lunes, 15 de octubre de 2012

Mini Spiderman contra las fuerzas de ocupación.

Un asesino como los demás (146)

Una papelera puede volar por los aires o una persona puede perder un ojo por efecto de la explosión de un "petardito" de esos que tanto divierten a la gente inmadura en las fiestas. Su venta está prohibida en las tiendas de "chuches", pero muchos tenderos sin escrúpulos no dudan en vendérselos incluso a los niños. La mayor cantidad de pólvora la llevan los petardos de la clase III: 2'7 gramos, pero muchos fabricantes irresponsables llegan a triplicar esta cantidad, convirtiendo la bromita festiva en una putadita de carácter más serio. Las explosiones suelen ser tremendas y más bien suenan como bombas que como "petarditos" Y esta era la munición con la que contaba el rebelde Manolín para enfrentarse a las fuerzas opresoras que tenían sitiado a su abuelo.



 
Mientras las primeras sombras de la tarde noche se extendían por la ciudad, Manolín se deslizaba sigilosamente entre los coches aparcados avanzando sigilosamente hacia el opel corsa azul del enemigo. A ninguno de los peatones que transitaban por esa acera le llamó la atención un niño con una careta de Spiderman. Otro efecto hubiese tenido en el personal de haberse tratado de una máscara de Rajoy o de Artur Mas, pero Spiderman gozaba de muy buena prédica entre la grey infantil y era más querido por los adultos que cualquier político.


 Molina vio a un Spiderman canijo pasando ligeramente agachado por el lateral del coche de su ventanilla, pero no le dio ninguna importancia. Las conductas de los niños son muy difíciles de entender. El mocoso se alejó unos metros del coche por su parte frontal, pero de pronto giró rapidamente sobre sí mismo colocándose de cara al vehículo, extrajo una "bomba" de su bolsillo y...
- Ese crío nos va a tirar una piedra! - Gritó Molina.
No había terminado de decirlo cuando el petardo impactó en el parabrisas con un estruendo tremendo. BOOOM!!!...  El susto que se llevaron los polis fue morrocotudo. (Una señora que empujaba un carrito de bebé, sufrió un ataque de ansiedad. Minutos después llegaría una dotación del Samur para atenderla) Cuando reaccionaron Molina y Argoitia, el atacante ya llevaba una buena ventaja en su huída. No obstante, Molina le fue pisando los talones durante un rato calle arriba. Incomprensiblemente desapareció de su vista cuando ya creía que le había dado alcance. El rebelde estaba agazapado entre un contenedor de basura, varias cajas grandes de cartón de un estanco y un par de bicicletas encadenadas a una farola. Una mendiga rebuscaba en el contenedor basuril. Mini Spiderman le dijo a la mujer que como se chivase la cortaba el cuello. Esta sonrió mostrando un diente de oro porque era rumana de raza calé y no entendía muy bien el español o la jerga que hablase aquella criatura enmascarada.

  ( Imagen habitual en la Europa "del hambre" )

El enemigo se iba acercando peligrosamente a la posición de nuestro mequetrefe beligerante.
- Argoitia, tú sigue controlando el portal, que ya me encargo yo de este enano hijo de puta. - Oyó que le decía por el radiotransmisor al otro madero. Unos segundos más y le iba a descubrir.
Y el niñato ingobernable optó por una salida heróica. BOOOM!!!... La bomba estalló a los pies de Molina y el susto de ahora fue de órdago a la grande porque no se lo esperaba.
El desconcierto del enemigo fue aprovechado por el delincuente precoz para huir en una carrera velocísima, cruzando la calzada insensatamente y jugándose el tipillo entre el tráfico rodado incesante, zigzagueando y parando en seco mientras se producían varios frenazos y un ciclista sin casco se empotraba en la parte trasera de una furgoneta de El Corte Inglés con el anuncio "Rebajamos los precios"
Y el enanito diabólico lo consiguió. "Viva Spiderman!, Viva Spiderman!", gritó eufórico el jodidísimo nieto de su jodidísimo abuelo.
La mendiga rumana tuvo que ser atendida de un ataque de histeria, y es que no es fácil vivir en el corazón de Alepo, ni siquiera durante un segundo.

KRASH!!... La débil butaca terminó cediendo y la inmensa humanidad de Felisa Calvo se desparramó sobre las maderas rotas y la alfombra. El inspector Churriguera y Don Angel Luis aunaron sus fuerzas para poner en vertical a la despatarrada agente. La abochornada mega fémina policial, que estaba talmente colorada cual un hermoso tomate de Mazarrón, se sintió fatal cuando el asesino puso sus zarpas sobre ella para alzarla como un pesado fardo. Y en ese momento oyeron la explosión: "BOOOM!!!..."

Crescenciano Cano estaba más contento que unas pascuas. En cuanto descubriesen el cadáver y lo publicasen los periódicos, dispondría de más recortes de prensa para su particular "archivo del crimen"
"Je, je, voy a acuchillar a todas las arpías que te representan, Berciana, hija de puta, mala madre!"

( Continuará )

3 comentarios: