lunes, 29 de octubre de 2012

Los tres de Río Bravo

Un asesino como los demás (158)

Del capítulo anterior:
El cegato atómico les iba a demostrar enseguida que no sólo servía para pisar un acelerador a fondo tras unas gafas de culo de vaso, y se iban a quedar todos más pasmados que Valdeminguilla ante una mujer desnuda que le acaricia la bragueta.

      Se internó en la frondosa vegetación de la ribera fluvial desapareciendo del campo visual del helicóptero y de los geos que ya empezaban a descolgarse por el barranco.Avanzó con dificultad entre ramas y hojarasca buscando el punto de encuentro con su complice.

- Me recibe, mi capitán?
- Dígame, Luceño. - Respondió el capitán Vallejo.
- Lo hemos perdido de vista, eso de ahí abajo parece un bosque.
- Manténgase en su posición y vuelva a amedrentarle con la megafonía. No tiene escapatoria, el río es un peligro y por tierra le tenemos rodeado.
- A sus órdenes, mi capitán!
Benjamín Luceño volvió a la carga:
"Entrégate, Rompetechos, no dispones de ninguna posibilidad de huída!!"

     

- Jo, qué susto me has dado tía!
- Coño, este es el sitio en el que hemos quedado, no?
- Sí, sí, pero creía que era un poco más allá. En dónde está la balsa?
- Ahí, detrás de esos espinos, pero hay que esperar un poco, la está inflando Santos.
- Quién coño es Santos?
- Un colega que trabaja conmigo en Tetas con nata. De no ser por él, yo no me hubiese apañado para bajar sola con la balsa hasta aquí. Tío, me tienes jodida y cabreada, no he dormido nada esta mañana.
- Bueno, bueno, te lo debo, Finita.
- Joder, desde que te conozco siempre estás con la pasma pegada al culo, y hoy parece que te has traído un ejercito.
- Nada, es que el helicóptero hace tanto ruído que es como si estuviésemos en Afganistán, pero son los maderos gilipollas de siempre. Hola, Santos!... Tú eres Santos, verdad?
Santos le miró un poquito y siguió a lo suyo, esforzándose en darle forma a la balsa neumática, presionando reiteradamente el inflador.
- Es sordo?
- Más que eso, es sordomudo. Cómo sabías tú que en ese pueblo hay una tienda de deportes y que venden balsas?
- Joder, me tiré un día examinando las calles para ver por dónde me venía mejor abrirme después de hacerme la farmacia. Fue el encargo de unos yonkis que querían drogas. Y vi que en el escaparate de la tienda de deportes había balsas y canoas, porque al parecer a la basca local y a los veraneantes les mola navegar por este río.
Tronó la megafonía del moscón de hierro:
"Rompetechos, sal de la espesura con la manos en alto!!"
- El río baja con mucha fuerza, tío, y esto no tiene volante ni frenos.
- Ya te dije que a unos trescientos o cuatrocientos metros el cauce es más estrecho y hay ramas en ambas orillas que nos pueden frenar. Por cierto, no te habrás olvidado de dejar el coche allí?
- He hecho todo lo que me has dicho, capullo, y no sé cómo soy tan tonta que sigo haciéndote caso.
- Porque eres muy buena y estás muy buena, y sabes que te quiero, chochete mio!... Y, además, en cuanto salgamos de esta te voy a comer ese par de domingas tan ricas que tienes, pero yo sin nata, que ya sabes que no me va el dulce.
- Marrano!
Santos terminó de inflar la balsa y el trío de calaveras se dispuso a arrastrarla hasta la orilla. A cualquiera se le hubiesen erizado los cabellos con sólo pensar que debían embarcarse en tan frágil embarcación y dejarse llevar por tan furiosa corriente, pero entre los delincuentes los hay temerarios a tope y el Rompe y su gente se llevan la palma.
Un putón verbenero, un aparente sordomudo y un cegato estaban a punto de jugarse la vida para dar el esquinazo a la pasma, como los malos simpáticos de las pelis.

     

( Rufina Bustarviejo "La Finita", Santos Sobrado "El Sonrisillas" y Bernardino Miranda "Rompetechos", tres seres dignos de la más absoluta admiración y respeto, incomprensiblemente acosados por las fuerzas policiales )

Las orejotas parabólicas de Rompetechos detectataron una señal.
- Venga, vámonos de naja que me chamullo a los geos cerca.
- Joder, Rompe, pues estos nos pillan, ya lo verás.
- No, tonta, que se lo van a pensar lo suyo antes de acercarse del todo, no saben si estamos armados o no. Venga, vamos!... Bote al agua!, je, je, je"! - El buen humor de Rompetechos no escaseaba ni en las situaciones límite.- Venga, la acercamos a la orilla por ahí, que está más fácil; os subís vosotros dos los primeros, y luego yo la empujo lo que falte para entrarla en en el agua y "subo a bordo" de un salto. Ya veréis, va a salir como un torpedo en cuanto esté en el agua, mira con cuanta fuerza baja la corriente!
- Me voy a mear encima, Rompe!
- De la risa por lo feo que soy?
- De miedo, cabrón!

( Continuará )

"La frase es el mayor invento del hombre" (Jhon Bamville, escritor)





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