viernes, 6 de julio de 2012

Sola ante el peligro.

  (Chalet de la escritora María Cristina Peñaranda)

Un asesino como los demás (65)

María Cristina Peñaranda, extraordinaria narradora del género policiaco, se hallaba en la tesitura de uno de sus personajes. Recordó que Almudena Marfeliz estaba haciendo la masa de las croquetas en la cocina de su chalet de Somosaguas cuando apareció el asesino de la capucha fucsia y la metió veinte puñaladas con su puñal de puño de marfil. Fue un caso sencillo para Abel Alcalá, admirado detective creado por la prolífica Peñaranda, pues enseguida descubrió la relación entre la cocinera (que ese día libraba, por eso Doña Almudena hacía las croquetas de la cena) y el asesino de la capucha fucsia. Una relación de parentesco e incesto, ya que eran madre e hijo y además se llevaban muchos años. Eso sí, su amor era sincero. Pero la inductora del crimen o autora intelectual del mismo fue la perversa Luz Estefanía, mala hija habida del amorío estival del 81 entre Doña Almudena y el almirante Luis Santiago Carretero Blanco, una víbora ansiosa por heredar las riquezas de la madre que la dio el ser y una buenísima educación en las monjas de la Divina Fecundación.


   

(A la izquierda: capucha fucsia al estilo de la que utilizaba el personaje literario de Doña María Cristina. A la derecha: máscara-calavera con la que actuaba cuando tenía la capucha fucsia en el saco de la ropa para lavar)

"No, definitivamente, la realidad no está copiando a la ficción en estos momentos", se dijo Doña María Cristina para infundirse ánimos, "ese que está ahí abajo no es el asesino de la capucha fucsia ni el estrangulador de Bostón ni ninguno de los carniceros diabólicos de mis novelas. Tan sólo se trata de un pobre vagabundo que ha entrado a robar"
La genial novelista se había ocultado en la habitación de los huéspedes, la más indicada para este fin porque era la única que se cerraba con llave. Oyó que el intruso forzaba la puerta que comunicaba la cocina con el jardín. Oyó ruído de cajones que se abrían y cerraban y de cubiertos. "A lo mejor tiene hambre y se está preparando un sandwich" Y finalmente oyó pasos subiendo por la escalera. Y entonces, por vez primera, tuvo miedo. "Y si se trata del asesino en serie de ancianas?... Y si se ha dejado el cuchillo en casa y acaba de coger uno de mi cocina?..."
Había visto en los telediarios que el asesino de ancianas era más cruel todavía que su imaginario asesino de la capucha fucsia. Se estremeció. "Y la policía... Oh, están tardando demasiado!... A ver si les he dado mal la dirección!"
Le oyó caminar por el pasillo hasta que sus pasos se detuvieron junto a la habitación.

(Continuará)

6 comentarios:

  1. Oh Dios mío, que nervios!! Quién será el extraño que se ha colado en la casa?. Se tratará de un pobre vagabundo,como quiere pensar Doña María Cristina, quizá del operario de la compañía de gas, que todos los años por esas fechas, hace la revisión de la instalación o será realmente, el sádico anciano quien está al otro lado de la puerta.

    Hoy nos deja usted sumidos en una grandísima incógnita, al más puro estilo........."No se pierdan mañana el apasionante desenlace, en un nuevo capítulo de, -Un Asesino Como Los Demás-"

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  2. Se estan pegando los aires ingleses del genial Hitchcotch...que suspense

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  3. Joder, yo he pasado muchísimo tiempo en el chalet familiar sola, con sólo mi hija de niña y aunque me mantenía alerta por ser verano y estar todo abierto y no poder oír, nunca se me ocurrió encerrarme dentro de ninguna habitación. Supone una trampa.

    Hay que encararse con el invasor y hacerlo desistir. A menos que sea un asesino sin cerebro, suele funcionar y si lo es... pues no hay remedio y de nada sirve esconderse, vale más plantarle cara e intentar poder más que él a base de golpes.

    Tengo una anécdota, una de tantas, en que conseguí echar de mi casa a un tipo con toda la pinta de asesino.
    Su aspecto no dejaba lugar a dudas. Mi hijo le abrió la puerta por ser un bobo con amistades poco recomendables entonces.

    Muy alto, constitución fuerte y dura. Cabeza rapada. Ropa nada normal, color caqui, ropón largo. Y lo más significativo: guantes de piel.
    Pretendía cobrar una deuda y como mi hijo es tonto, llegó a mi casa rastreando al deudor, amigo de mi hijo.

    Primero hablé con él y me escuchó "educadamente". Luego los dejé a ambos, volviendo al ordenador, pero tuve que imponerme cuando mi hijo vino asustado a darme su móvil porque el gangster pretendia quítarselo.
    Aquí fue cuando lo eché de casa sin contemplaciones. Supongo que las alimañas no están acostumbradas a que una mujer les plante cara, o al menos no algunas de ellas.
    Si hubiera sacado una pistola o una navaja, yo habría caido antes por interponerme entre él y mi hijo, pero el tipo no era tonto y sabía que tenía las de perder porque mi chaval es aficionado a la lucha libre y domina varias llaves.
    Una cosa es que no lo use así como así, pero otra es que viendo caer a su madre, no mate al tipo ese antes de que yo haya dado mi último estertor.

    Menudo rollo le he soltado, Don Boni, pero es lo que hay y esto puede ayudarle para sus relatos ;D

    María Cristina, empantanada en su propia trampa, piensa que la polí tarda mucho... Menuda boba si espera que lleguen a tiempo. Yo tengo una máxima de oro: "Si quieres algo bien hecho, hazlo tú mismo."

    ¡Buen fin de semana!

    PD. abajo le he comentado el asunto. Y le he envíado un rollo al correo, je je je...

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  4. Hola!
    No se preocupe por que les deje "sumidos en una gran incógnita", je, je!, los días pasan rápidos.
    Me alegro un montón que haya conseguido publicar este comentario. Enhorabuena y muchísimas gracias!
    La veo en Facebook dentro de un ratillo.

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  5. Hitchcock era genial, por supuesto, señor Director, pero yo soy sólo genital, ja, ja!

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  6. No es ningún rollo y le agradezco que me lo cuente, Leona. Es toda una anécdota emocionante de su vida. Qué valos tienen los hechos excpcionales de nuestras vidas si no los convertimos en anécdotas y se los contamos a alguien. Además, usted tiene el don de saber narrar.
    Creo que una de las cosas más "espeluznantes" de la vida es encontrarnos con un intruso en nuestro espacio privado. De ello han hecho mucho uso la literatura y el cine.
    Feliz fin de semana!

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