lunes, 9 de julio de 2012

El Ful, la escritora, los polis y el ministro

Un asesino como los demás (67)






Las líneas telefónicas ardían aquella mañana. El comisario Lopategui trataba de convencer a su interlocutor, tras una noche muy agitada, de que depusiese de su actitud.
- No me jodas, Fulgencio, para que quieres tú un helicóptero si nunca has salido de tu pueblo?... A dónde pretendes llegar con un puto helicóptero, coño?!
- A donde me salga de los cojones, comisario!... Quiero un helicóptero, un piloto que no sea policía y cien mil euros en billetes usados. Ya se lo he dicho veinte veces!... Estoy harto de oir en la tele que yo soy el hijo de puta ese que mata a las abuelas. Dígales que se callen de una puta vez o voy a cometer el primer asesinato de mi vida, esta claro?!
- Fulgencio, deja de tocarme los huevos. Sabes que en cuanto de la orden a los geos te sacan en un periquete de ese chalet.
- Pues me llevo a la señora por delante!
- No hay cojones!, deja de hacerte el duro que no te va!
Fulgencio Santoña, "El Ful", no era en absoluto un asesino, pero sí era muy duro de roer para los sufridores policías que le habían tratado en múltiples ocasiones. La mala suerte hizo que le pillasen en aquel chalet antes de que consiguiese birlar algo y salir de naja.
- Está bien esa mujer?... No le habrás puesto la mano encima?...
- Me cago en mi puta estampa!... lo que me faltaba, primero me llaman asesino por la tele y ahora dice usted que si he pegado a... Yo soy un hombre, me cago en la hostia,  yo no pego a las mujeres!...
- Vale, al menos me alegro de oírte algo positivo. Quiero hablar con la señora, Ful, y ahora mismo. Si está bien no te importará que se ponga al teléfono, no?
Se lo pensó unos segundos, angustiosos segundos para el comisario.
- Bueno, pero un minuto solamente, que aquí mando yo.
Doña María Cristina tomó el teléfono que le pasó el delincuente.
- Buenos días, señor policía, cuánto trajín, verdad?
- Se encuentra usted bien, señora?
- Admirablemente, la verdad es que estoy viviendo  una experiencia muy enriquecedora. No le hagan daño a este pobre hombre, tuvo que soportar una terrible infancia, sabe usted?, y quedó muy marcado para toda la vida porque los maltratos en la infancia dejan una honda huella en los espíritus sensibles. Fíjese usted, señor policía, hemos tomado muchos cafelitos esta noche y nos hemos contado nuestras respectivas vidas, y le aseguro que la de este hombre ha sido muy desgraciada.
"Joder, qué rápido ha pillado el Sídrome de Estocolmo!"


 Otra conversación telefónica iba a servir para cerrar un capítulo en la vida de un hombre que había dejado de ser un buen servidor de la Ley en los últimos meses.
- Me imagino que sabes el motivo de esta llamada, Navacerrada.
Se hizo el tonto porque no tenía ya mucho más que perder.
- No, no lo sé.
- Quiero que presentes inmediatamente la dimisión. Se acabo, Navacerrada!
- Puede darme una explicación al respec...
- Por favor, déjate de simplezas!... A tu fracaso para dar con el asesino en serie hay que sumar otras "irregularidades" - dijo "irregularidades" con sorna - como la de agredir a un preso en la cárcel por ejemplo.
- Me provocó.
- Por favor, Navacerrada, ese hombre estaba esposado!... Y no quisiera formularte ciertas preguntas: "Por qué fuiste a la cárcel a ver a ese hombre?... Por qué tenía tanto empeño él en verte a ti?... Por qué no se ha abierto una investigación para averiguar quién incendió la casa de ese hombre?..." Navacerrada, no tengo más tiempo que perder. Adios!
El defenestrado "ex Jefe Superior" se quedó meditabundo unos minutos. Este aciago final era fruto de las anteriores circunstancias negativas o la consecuencia inmediata del mal de ojo que le estaría echando el hijoputa de Ubaldo?
El ministro marcó otro número de teléfono y escucho la voz de uno de los policías movilizados al chalet de la escritora..
- Pásame con el comisario.
- Ahora no puede ponerse, está...
- Soy el ministro, joder!
El comisario Lopategui tuvo que interrumpir su incómodo diálogo con el Ful (ya había pasado el minuto de la escritora) para escuchar una grata nueva del ministro.
- Lopategui, ya es usted Jefe Superior de Policía, mi enhorabuena!
- Muchísimas gracias, señor ministro!
- Por cierto, me alegra saber que tiene usted ahí pillado al asesino en serie.
- Eh... pues... pues me temo, señor ministro, que esta vez tampoco es él.

(Continuará)

7 comentarios:

  1. La cosa se complica, este serial va por todas

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  2. Bueno, bueno, cada vez esto se pone más interesante. Se esta usted volviendo un maestro en el arte de crear emoción y suspense............................ espero impaciente........... el capítulo de mañana.

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  3. Coooñoooo... Pues mire usted que según el FBI, el lunes tenía que quedarme yo sin conexión a Internet por no haberme dado la gana de entrar en su web y dar mis datos y ahora que me doy cuenta, ya estamos a martes. ¡Yo-ho! ¿Qué será del FBI a partir de ahora?
    Prefiero no saberlo, oiga, como si se la pica un pollo.

    ¿Así que Fulgencio es el robasalchichas? ¿Y tampoco tiene a la novelista sobre la cama? ¡Oig!, vaya fallo de episodio. Menos mal que la destitución de Navacerrada le pone morbo, je je je... Y para más recochineo, que el nuevo "mandamás" le diga al ministro que no, que Ful tampoco es el mataviejas, ¡juas juas!

    ¡Adelante a toda vela!

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  4. Ni maestro ni nada, Doña Inmaculada, y no er modestia, es la verdad, lea usted a los verdaderos maestro del suspense y se dará cuenta; soy un vulgar chafardero que de leer tantas novelas algo se me ha quedado. Buenos dias y de todas formas gracias por sus buenas palabras.
    Cordialísimos saludos!

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  5. El Fulgencio es todo un caballero, Doña Leona, y la señora escritora una abuelilla, no hay comunicación sexual que valga, je, je!
    Yes, en marinería se dice "avante", pero seguro que si el capitán dice "adelante" todos le entienden, como en Cataluña con el español, je, je!
    Feliz martes!
    Ah, eso del Internet lo dijo el FBI o la TIA de Mortadelo y Filemón?

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