martes, 10 de julio de 2012

Maderos comediantes

Un asesino como los demás (68)

La persistencia del comisario, ahora flamante Jefe Superior, obtuvo sus frutos deseados. El Ful decidió olvidarse del helicóptero y el dinero a cambio de una larga aparición en televisión durante la cual sería entrevistado en directo junto a la brillante escritora, El equipo televisivo, camara y locutor, accederían al chalet por la puerta del servicio, y la señal sería enviada en directo a todo el país. La idea del Ful era contarle a la audiencia que él no era un asesino en serie y que la señora escritora le caía muy bien. Por su parte, Doña María Cristina, hablaría del Ful en términos igualmente elogiosos, destacando algunos aspectos de su patética trayectoria por el mundo del lumpen, e implorando la comprensión de la gente y la magnanimidad de policías y jueces. El Ful era una víctima de esta sociedad egoista e intolerante, una criatura desamparada que había sido arrojada a las cloacas por un padrastro alcohólico y violento y una madre prostituta depresiva.
- Y no olvide decir también - apuntó el marginado social - que a los catorce años fui violado por un picoleto bujarrón.
- Lo diré, hijo mio, lo diré.

  ( Oh, aquella terrible Guardia Civil de aquellos terribles años! )

El comisario-Jefe Superior no tuvo inconveniente en aceptar el nuevo "capricho" del delincuente porque la entrevista nunca se iba a realizar. El geo Mauricio Torreagüera iba a ser el hombre de la cámara y la guapa policía Loli Beniaján la carismática y telegénica entrevistadora. Y tanto la buena moza como el buen mozo eran expertos luchadores en el cuerpo a cuerpo. Nada, que el Ful era pan comido para ellos!
El gran jefe dio las últimas instrucciones a sus policías actores:
- No le deis tiempo a nada, le haceis morder el polvo en cuanto entreis en la casa. No os confieis, es un tipo corpulento y ofrecerá resistencia.

     (Los geos están preparados por si su intervención es necesaria. Los cuerpos de seguridad del estado jamás dejan nada a la improvisación. Con el nuevo jefe la policía ganará en efectividad, ya lo verán.)

Beniaján y Torreagüera, micro y cámara en mano, llegaron hasta la puerta del chalet y llamaron al timbre. En el cielo se estaban formando unos amenazantes nubarrones. Era inminente la tormenta. Policías y periodistas comenzaron a cubrirse con plásticos o a resguardarse en sus respectivos vehículos.
Pasaron los minutos y la puerta no se abría. El ex comisario estaba impaciéntandose; buscó un chicle de menta en el bolsillo de la chaqueta y se lo metió en la boca, un detalle feo en presencia de sus subordinados pero tolerable porque estaba dejando de fumar. Sonó el teléfono. "Verás, ahora el hijoputa dice que quiere que le entreviste Anne Igartiburu"
- Qué pasa tío, porqué no abres a los de la tele?
- Esos dos huelen a bofia que apestan!... Son maderos, joder, no son de la tele!... No sé como me he fiado de ti!
- Cagüen la hostia, vaya día que me estás dando, Ful!
- No haberte metido a policía!


  El cielo encapotado dejó ver el destello de un primer relámpago seguido de un trueno muy fuerte y las primeras gotas de lluvia.
- Oh, una tormenta!... ahora la ambientación es perfecta, amigo Fulgencio. - exclamó entusiasmada Doña María Cristina - es como si fuésemos criaturas imaginarias y estuviésemos dentro de una novela, verdad?

3 comentarios:

  1. ¡Me encantan las tormentas! Siempre he disfrutado mucho con ellas.
    En el chalet salía con la bici y un "canguro" impermeable, dejando a mi señora madre con todas las ventanas cerradas, la corriente cortada y escondida debajo de la cama, ¡juas!
    Años después, en Correos, salía al muelle de carga a ver el espectáculo del agua cayendo torrencialmente y los relámpagos. ¡Maravilloso!

    Que buena ambientación, Doña María Cristina se lo pasa pipa. Y otros de los nervios, je je je...

    ¡Salud con rayos y truenos!

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  2. A mi me gustan también mucho las tormentas tras unos cristales, en una casa, en un autobús, me ocurre desde niño. En la calle ya es menos romántico, je, je!, a veces me han pillado en el Camino de Santiago y es un putadón.
    Feliz Noche!

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    1. Ah, usted podía verlas a través de unos cristales, pero yo no porque la señora de la casa lo cerraba todo, cortaba la electricidad y encendía una vela mientras murmuraba letanias... Por esto me fugaba montada en mi bici, respirando el aire puro, la tierra mojada, y gozaba de las hojas verdes como esmeraldas.
      Mojarse con la lluvia es estupendo si llevas protección para la ropa, basta sentirla en la cara y las manos.

      ¡Salud de la Naturaleza!

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