lunes, 30 de julio de 2012

El Super Jefe, la escritora y los fugitivos.

Un asesino como los demás. (85)

- Cómo consiguieron la navaja?... Por qué no se respetó el protocolo de traslado de presos?... Sacaron a los tres juntos cuando los que tenían que haber sacado de uno en uno; la llave de contacto de la furgona estaba puesta... Joder, más errores ya es imposible!
El Super Lopategui Serranillos despotricó contra todo el mundo porque estaba en su perfecto derecho y porque su cabreo era supino ante tanta incompetencia. A los funcionarios responsables del traslado se les abrió un expediente disciplinario, pero eso no solucionaba nada, los tres pájaros habían huído y la búsqueda estaba resultando infructuosa. Lo que en un principio se aventuró como una operación fácil, dado que ninguno de los tres huídos era experto en fugas, ni tan peligrosos como se les había dicho a los medios, ahora se estaba convirtiendo en una vergüenza policial. Para colmo, el anterior jefe estaba siendo objeto de duras críticas y crueles burlas en Internet y algunas tertulias televisivas. De la noche a la mañana se había convertido en el personaje más odiado y vilipendiado junto a Gallardón, flamante ministro de justicia con el mujerío en contra. (Hasta las peperas de collarones y misa diaria se verían obligadas a abortar en Londres... como en los tiempos de los "grises") La metedura de pata de Don Escolástico con el periodista grosero había puesto en ridículo a los cuerpos de seguridad del estado, y los periodistas quisquillosos tan pronto le comparaban con Tejero como con Luis Roldán o con Amedo.

  




     ( Tejero, Roldán y Amedo, tres joyas de la Corona)


Y para poner la guinda a todos estos desafueros, entró en escena la guionista María Cristina Peñaranda intentando vender la moto de que se hallaba en peligro de muerte, denunciando a la Prensa que el Ministro del Interior se negaba a ponerla escoltas y que ella se sentía "amenazadísima" por aquel hombre que había intentado asesinarla en su casa y que ahora gozaba de libertad "como un gorrión", así lo dijo.
A Doña María Cristina le interesaba sobre todo que se siguiese vendiendo su última novela con las hazañas del detective Abel Alcalá: "El caso del peregrino santiaguero que transportaba medio cadáver de obispo troceado en la mochila" Ella sabía muy bien, porque le había tratado toda una noche, que Fulgencio no tenía instinto asesino, pero no estaba dispuesta a desaprovechar el filón publicitario. Doña María Cristina era - y lo dejaré en iniciales para no herir la sensibilidad de mis amados lectores - una h. de p. (Mis amados lectores son Doña Leona, Don Jesús, Doña Mode y Don Agustín, además de Doña Inmaculada, que ahora está de vacaciones. Los demás no cuentan, son sólo estadística)

Una mesa aborratada de micrófonos aguardaba a la escritora para su comparecencia ante los medios. La rueda de prensa había sido organizada por la editorial que publicaba sus libros: "Rinconete y Cortadillo Editores".


   A pesar de todo, el nuevo Super Jefe estaba más calmado que el día en que El Ful "visitó" en su chalé a la escritora. Por fín había superado el mono del tabaco y ya no necesitaba de tantos chicles y zumos de naranja. Pero, ante los acontecimientos presentes se le había pasado por la cabeza en más de una ocasión volver a encender un cigarrillo. "Vade retro, Satanás!... No más tabaco!" Trató de dejar atrás el cabreo de los primeros momentos y convocó una reunión de urgencia para darles caña a sus hombres a fin de que moviesen más el culo en la búsqueda de los fugitivos. "Son poco menos que tres subnormales, pero nos tienen el jaque, hay que joderse!"


  En una fábrica de conservas abandonada, sita a cuatro kilómetros de Cabañal del Rey Fernando, tres patéticos marginales rumiaban su desesperanza.
- Hasta aquí hemos llegado, hostias, y ahora qué?!... Yo no me arriesgo a volver al pueblo a robar, que el día menos pensado se llena esto de helicópteros y coches patrulla.
Protestó con razón El Ful, hasta ahora encargado de la intendencia. Había visitado un chalé de una urbanización próxima saqueando la nevera y la despensa y apañando algunos objetos de valor para pulirlos luego en un perista.
- Y yo tampoco, que mi careto es muy conocido - Opinó Rompetechos con idéntica sensatez - y abajo los Borbones!
- Señores, ha llegado el momento de separarnos, que cada uno se busque la libertad y las habichuelas por su cuenta - Proclamó el Profesor Merlíng adoptando un aire de gran orador político - Hasta ahora hemos sido una piña porque nos necesitábamos. Cada uno ha puesto algo de su parte y hemos conseguido burlar a nuestros perseguidores, a pesar de que el republicano este por poco nos mata en la carretera. Pero si queremos no perder la libertad, lo mejor es que nos separemos. A partir de ahora, los tres juntos daríamos mucho el cante.
- Me cago en el Borbón, te voy a echar de menos, adivino!
- Y yo a ti, Fernando Alonso!

(Continuará)

6 comentarios:

  1. Je je je... Tengo una anécdota pero se la contaré en privado. ¡Juas juas!

    ¡Uy, sí!, tenga mucho cuidado con la sensibilidad, no se vaya a hacer añicos y salgamos todos con cortes más o menos profundos, que luego se infectan y te puede tocar un médico chino que disfruta sádicamente recortando tejido con la lanceta ;D

    Tres delincuentes fugados, un asesino con amplio historial, otro en ciernes y un montón de chiflados y paranoicos, ¡qué divertido!

    ¡Que usted lo pase bien!

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  2. Con tantos personajes vas a necesitar colaboración, un verdero equipo de guionistas.

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  3. Espero ansiosamente esa anécdora, Doña Leona!
    Pues intento pasarlo bien, pero no crea que es fácil, siempre hay algún incordio incordiando, je, je!
    Buen día de San Iñaki!

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    1. ¡Que sea muy bueno y por muchos años! ;D

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    2. Si ser bueno es intentar no hacer putadas a la gente, entonces creo que seguiré siendo bueno.
      Feliz miércoles!

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  4. No se preocupe, señor periodista, los tengo controlados a todos, aunque a veces tengo que consultar capítulos anteriores para no perderme.

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