"Mi queridísima Conver siempre ha sido muy temperalmental, pero en este caso comprendo su cabreo" - Miró al cielo - "Rosita, amor mio, nuestras hijas no comprenden lo que estamos haciendo"
Sus primeras horas bajo el cielo manchesteriano, ahora nublado y amenazando con descargar una buena cascada de agua, fueron una continua peripecia. Don Angel Luis no sabía nada de inglés, ni siquiera hello, y tuvo la mala fortuna de no topar con alguno de los hispanoparlantes que viven en la city. Finalmente estalló la tormenta y le pilló en medio de una plaza, mientras observaba a las palomas y a unos mendigos que trasegaban cerveza en silencio. Corrió a refugiarse en uno de los establecimientos de Café Nero, franquicia italiana.
( En un momento se desocupó el banco en el que Don Angel Luis rumiaba su desesperanza )
"Ya es nuestro?"
Lopategui Serranillos se reunió con Molina, Argoitia y Churriguera, sus inspectores de confianza.
- Cabe la posibilidad de que no regrese, por supuesto, - Dijo el Super atusándose el bigotillo - en tal caso seguiremos controlándole allí por donde se mueva. De momento, como ya saben ustedes, Scotland Yard le vigila muy de cerca.
- Supongamos que regresa pasado mañana, tal y como le dejó dicho a su hija. Hay que detenerle? - Preguntó Argoitia.
- Si regresa es que tiene una seguridad en sí mismo asombrosa, sin duda reforzada por el hecho de que no ha dejado el más mínimo rastro que le delate, por mucho jaleo que esté armando el bufón ese de Tele 10. Señores, si por mi fuera le pondría las esposas en la misma escalerilla del avión, pero no hay que olvidar que no tenemos una sola prueba contra él, salvo que una señora mayor se empeña en culpabilizarle. Deme su opinión, Molina.
- Veamos... Si este hombre tiene en mente abandonar Inglaterra en dirección a otro lugar más seguro para él, es que se huele que le estamos siguiendo. - ("Y no podemos cursar una orden de detención a la Interpol, puesto que no existen cargos", razonó interiormente Argoitia) - Si es tan astuto e inteligente, pueda que descubra al hombre de Scotland Yard que le vigila. Segunda posibilidad: Que efectivamente vuelva a España. En tal caso cabe pensar dos cosas: que es un perfecto idiota al que le ha salido todo muy bien hasta ahora o que es un chulo que pretende seguir riéndose de nosotros.
- O una mezcla de ambas cosas - Terció Lopategui Serranillos - Seguro que se rió de lo lindo cuando todos nos creíamos que el asesino era el vidente. - Rectificó: - Que también lo es, pero de una sola víctima. Pero cabe igualmente la posibilidad de que no sea él y la vieja se haya montado toda esta película.
- No lo creo - Intervino Argoitia - No hay pruebas pero nos sobran los indicios, y además este hombre se ha escapado de la vieja cada vez que esta se le ha acercado. Es un comportamiento que no dice mucho a su favor.
El intercambio de pareceres duró un largo rato, abundando en las elucubraciones sobre el perfil sicológico del asesino, edad, estatura, aficiones, etc., y recordándose detalles de los 19 asesinatos, hasta que el Super Jefe tomó una decisión:
- Churriguera, quedamos en lo mismo. Si regresa ese hombre, acudirá usted a su casa y le apretará las tuercas más de lo normal. Deber hacer que se ponga muy nervioso, hasta que explote y le eche de la casa. Ese será un buen síntoma. Pero no le acuse de nada, todo debe basarse en insinuaciones. Y esta vez quiero que le acompañe la agente Calvo. Ella le conoce, ya lo sabe usted, pero deberá estar callada todo el rato, entendido?
- Sí, señor.
- Valdeminguilla también le conoce. - Apuntó el inspector Argoitia.
- No es momento para sus gracietas, Argoitia. - Torció el gesto el jerarca - Valdeminguilla tiene la portentosa facultad de conseguir que todo se le escape de las manos, desde un café hasta un sospechoso.
"Quién coño le entiende a este tío?" - Reflexionó en silencio el perspicaz Argoitia - "No quiere detenerle porque no hay pruebas y, sin embargo, insinúa que a Valdeminguilla se le ha escapado. Joder, qué empanada tiene!... Y menos mal que ha dejado ya de tocarles las pelotas a los ciegos"
- No hace falta recordar que habrá varios agentes tras sus pasos desde que aterrice en España. Después diré quienes van a ser. - Subrayó el inspirado Jefe.
Llamaron por el interfono.
- Dije que no nos molestaran, puñetas!
- Perdone, Jefe, - Se oyó la voz del agente Daoiz - pero es que se trata de una comunicación de Scotland Yard. La hija del presunto asesino ha abandonado a su padre en la calle. (Capítulo anterior)
- Coño, señores! - Casi saltó de la butaca el Super Jefe - Esto puede significar que estamos en el buen camino. Amplieme la noticia, Daoiz.
- Pues resulta que han llegado al aparcamiento en donde tenían el coche, ella ha sacado la maleta de su padre del maletero y le ha hablado al parecer muy enfadada, y seguidamente se ha marchado en el coche dejándole a él allí.
- Gracias, Daoiz. Qué piensa usted, Churriguera?
- Pues que no es normal que un padre y una hija que viven a miles de kilómetros de distancia el uno de la otra, terminen tan mal al segundo día de la visita de él.
Molina estaba pensando en Felisa Calvo:
"Juraría que me mira con lascivia" - Y se asustó porque se le había colado un vocablo "raro" - "Hostias, cómo me habrá venido la palabra "lascivia" si hace muchísimo tiempo que no la escucho?!"
Abandonado a su suerte.
A pesar de la carrera que se pegó, entró chorreando agua en el café. Sus sesenta y cinco años, regularmente llevados, y el hecho de arrastrar una maleta, no le permitían ser demasiado veloz.
Tras un alarde de gestualidad consiguió que le sirvieran un café solo doble. Pagó con un billete de cinco libras para no hacerse un lio con las monedas. (Y menos mal que en aeropuerto se le había ocurrido cambiar euros por libras, que si no ahora se encontraría como un auténtico náufrago en esta gran isla británica) Recogió las moneditas de vuelta y fue a sentarse junto a la única mesa que había libre. Aparcó la maleta, vertió el contenido de dos sobrecitos de sugar en la taza, removió un rato con la cucharilla y se dispuso a tomar el primer sorbito de café. Y de repente oyó una voz a su lado.
- Me permite que me siente con usted, señor?
( Continuará )