jueves, 22 de noviembre de 2012

Han pillado al malísimo

Un asesino como los demás (178)




- Sí, señor ministro, ha sido un excelente trabajo del inspector Churriguera y los agentes Calvo y Guarromán, todo ello coordinado por quien le habla, tras una minuciosa planificación. - Pausa, escucha al ministro - Sí, sí, efectivamente, hace varios días que seguíamos la pista del sospechoso. Ayer recogimos el fruto de nuestro trabajo, señor. - Pausa, escucha - Pues muchísimas gracias, señor ministro. - Pausa - Sí, sí, le mantendré informado de cualquier novedad. De momento sigue el interrogatorio. - Pausa - Gracias nuevamente, señor ministro!
Colgó y se repanchingó en su butaca. Jamás había recibido tantas felicitaciones por no hacer nada. Esto era como pelar la pava con el Rey en una cumbre iberoamericana. En la conversación mantenida con Churriguera, Calvo y Guarromán, tras la detención de Crescenciano, había quedado muy claro que la "versión oficial" era la que contaba. ( "Como siempre", les advirtió muy serio ) No debía trascender a los medios que todo había sido producto de la improvisación. Interiormente le repateaba la idea de que una agente se llevase una medalla por descubrir pruebas de asesinatos al equivocarse de puerta mientras buscaba el váter, que un agente libre de servicio se topase con el asesino en su huída y que un inspector hubiese logrado acceder al domicilio del sospechoso por abrirle la puerta una monja. Todo estaba muy bien para una película de Berlanga, pero no para dar una imagen seria del Cuerpo Superior de Policía.
Se acercó a la sala de interrogatorios. Los inspectores Molina, Argoitia y Churriguera se turnaban en el interrogatorio de Crescenciano Cano.



  



Churriguera habló en un aparte con el jefazo.
- Los asesinatos de Amelia del Rosal y Basilisa Calvo los ha cometido él. Hay muchos indicios y sólo nos falta conocer los resultados de las pruebas periciales. En cuanto a los demás asesinatos... qué quiere que le diga, jefe?!... él los está "confesando" todos, pero a mi me cuesta creer que este pobre desgraciado haya sabido taparse durante tanto tiempo y que de pronto le pillemos con las prendas manchadas de sangre, los cuchillos y los objetos de las víctimas. Tan inteligente antes y tan imbécil ahora?
- Ha podido perder la cabeza, no?
- No, la monja nos ha dicho que siempre ha estado igual de zumbado, aunque se le ha notado más agresivo en las últimas semanas.
- Entonces la agresividad le ha nublado más la razón, y eso ha motivado que no haya sido cuidadoso en sus dos últimos crímenes.
Lopategui Serranillos sabía muy bien que el asesino en serie "auténtico" era Alegre Santaflauta, pero le venía de perlas aquel chivo expiatorio para calmar a la opinión pública y tener contento al ministro. Total, sólo le condenarían por los asesinatos de los que existían pruebas, la Justicia iba a ser justa de todos modos.
No quiso el prudente Churriguera contradecir a su jefe, pues sabía perfectamente que la intención del jerifalte policial era más política que otra cosa. Interesaba a toda costa vender la moto de que ya había sido capturado el temible asesino de ancianas, despojándose la poli por fin del pesado lastre que la hacía quedar como impotente total ante la nación, y si por añadidura colaboraba aquel pobre desgraciado con su megalomanía de asesino en serie, pues mejor que mejor. Además, iban a encontrar algún día una prueba que incriminase al hijo de puta de Angel Luis Alegre?... Empezaba a dudarlo. Y el tarado iría de todas formas un hospital siquiátrico, lo mismo por matar a dos mujeres que a veintiuna.

Encarni se negó rotundamente a obedecer a su padre. Don Angel Luis  la mintió diciédole que se había roto la cadera, como el Rey, pero no cazando elefantes, sino cayéndose de la escalerita de tijera cuando buscaba un libro en lo alto de la librería. La escalerita estaba mal colocada y se fue hacia un lado derribándole. Una mentira muy bien urdida para conseguir que Manolín acudiese a ayudarle en algún trabajillo doméstico mientras él siguiese fisicamente limitado. Pero no coló.
- Llamas a los servicios sociales, que te manden algún voluntario, lo que sea, pero a nosotros no nos molestes. -
Y le colgó el teléfono. Algo tenía muy claro Encarnación Alegre: Su padre era el maldito asesino de un montón de pobres mujeres, y debía pagar con la cárcel el resto de su vida, y a ser posible a pan y agua. Por eso la sorprendió muchísimo la noticia que dio la radio:
"Son las diez de la mañana en la Península, las nueve en la Comunidad Canaria. Boletín Informativo de Radio Nacional de España. En una brillante operación policial fue detenido anteayer un individuo llamado Crescenciano Cano Uribetxeberría, que ha confesado ser el autor de los veintiun asesinatos de ancianas cometidos en los ultimos meses. El juez ha ordenado su ingreso en prisión hasta que se celebre el juicio. Con la detención de Cano Uribetxeberría termina una horrorosa pesadilla que ha mantenido en jaque a la policía y muy nerviosa a la ciudadanía durante más de un año,  hasta el punto de que han llegado a ser tres las personas a las que se ha atribuído erroneamente la autoría de los asesinatos: Ubaldo García, "El Profesor Merlíng", presunto asesino de un mafioso colombiano y actualmente en busca y captura; Fulgencio Santoña, "El Ful", delincuente habitual especializado en el robo de chalés, también en paradero desconocido; y Angel Luis Alegre Santaflauta, maestro de escuela jubilado, falsamente acusado por una señora mayor. Ampliaremos la noticia en los siguientes boletines informativos"

( Continuará )

2 comentarios:

  1. Tu asesino es un poco como los de Patricia Hammersmith,en el fondo tipos simpaticos

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  2. Los asesinos de ficción tienen su atractivo. La gente sosa se dedica a la política. Hace tiempo que no leo a este mujer, en los éltimos años he leído a varios autores de suspense, pero a Doña Patricia la tengo un poco olvidada.

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