miércoles, 21 de noviembre de 2012

Felisa, la agente más inteligente

Un asesino como los demás (177)



Manolín torturaba al gato del patio interior con el tirachinas. Uno de los disparos le dejó ciego de un ojo.
Don Angel Luis necesitaba urgentemente la ayuda de Manolín para mantener localizada a Doña Purita de cara al asesinato que estaba planeando.
Encarnita ya no quería ser musulmana porque su compañera de cole Safiyo le había hablado de hacerle un "fatua" a su madre.



Doña Purita no daba pie con bolo ensayando su parte de Doña Inés para el casting en el grupo de teatro Bambalinas.
La situación internacional se había complicado muchísimo con los bombardeos "selectivos" de Israel sobre Gaza. Un reguero de sangre inocente recorría la franja. Hamas no se quedaba atrás y también lanzaba sus cohetes contra Jerusalén.
El Rey se reunía con los presidentes iberoamericanos para darse una comilona a cuerpo de rey.
Irán avanzaba en su programa nuclear como si tal cosa.
"Insuficiente y arbitrario" el decreto de los desahucios, decían los jueces.
Acusaban a Mas de cobrar comisiones irregulares.
Seguían cayendo terroristas de ETA y capos de las mafias de prostitución. (Un indeseable macarra se había traído de Rusia 8.000 mujeres )
Varios policías presentes a título privado en la fiesta del Madrid Arena, revelaban al juez que las medidas de seguridad habían brillado por su ausencia y abundaron los menores borrachos y drogados.
Algunos analistas se preguntaban: Quién chochea más, Rouco Varela o Ruiz Mateos?



( Rouco Varela y Ruiz Mateos, dos ilustres plastas. Observen la afición por el color rojo de ambos personajes. También les une su deseo de volar al Cielo )

Felisa Calvo pensó que había llegado el momento de actuar. El energúmeno se estaba calentando y en pocos minutos podría montar un escándalo que obligase a Churriguera a batirse en retirada, si no le daba antes a la monja por decir que estaban maltratando a un enfermo mental y amenazaba con denunciarles. "La policía de los tiempos de crisis" estaba labrándose una pésima fama ante la opinión pública, casi peor que la de los políticos, que ya es decir, por sus cobardes aporreamientos de niños y ancianos en las manifestaciones.
Así que llegó el instante tan esperado por Felisa Calvo.
- Perdón, inspector, tengo que ir al servicio.
"Ay, hija, se te va a revolver el estómago en el servicio!" - Pensó la monja. Felisa iba en busca de sangre, pero la casa era toda ella polvo y mierda.
Y encaminó sus bamboleantes nalgas por el pasillo de la vivienda en dirección a su objetivo. El tarado Crescenciano la siguió con la mirada espantada hasta que gritó:
- Es la puerta de la izquierda!
Pero Felisa Calvo abrió la puerta de la derecha.
El inspector Churriguera le lanzó otra pregunta "capciosa":
- Qué opinión le merecen las mujeres, Crescenciano?
Pero el sicópata no le escuchaba ni le miraba. Sus ojos seguían fijos en la puerta de la derecha del final del pasillo, por donde acababa de entrar la agente Calvo. ( Lo que estaba viendo Felisa Calvo en esa habitación pueden descubrirlo los nuevos lectores en el capítulo 168 )
- Señor Crescenciano, estoy hablando con usted!
Se abrió la puerta del cuarto del horror y surgió Felisa con la misma aparente serenidad de unos minutos antes, aunque la procesión iba por dentro, no se le había quedado muy bien el cuerpo al topar otra vez con el bolsito de su hermana. Se dirigió inmediatamente al inspector:
- Inspector, debe entrar usted en la habitación que hay enfrente del váter. Va a descubrir algo que...
Lo decía mientras se sacaba las esposas del bolsillo de la chaqueta. Pero el asesino reculó hacia la puerta de la calle gritando: "Hija de puta!, eres una hija de puta como todas las demás!... También te voy a matar a ti, perra!"
El monstruo se lanzó escaleras abajo repitiendo la letanía: "Hija de puta!, hija de puta!, hija de puta!..." El inspector entendió de pronto todo el juego de su compañera. "Esta tía es muy lista, pero muy lista, algún día llegará a comisaria"
"Sor Auxi" estaba alucinada: "Dios mio, no es posible que este pobre enfermo sea un asesino!"
Crescenciano llegó al portal y quiso correr por la acera en dirección al fin del mundo. En su vida, como en su locura, no había metas establecidas. Pero topó con una muralla humana que le cerraba el paso: Eulogio Guarromán. Felisa Calvo lo había previsto todo, su compañero Guarromán debía "pasar casualmente" por allí ante la incontingencia de que el asesino se les eswcapase antes de ponerle las esposas. El gigantillo prestaba este "servicio" con la esperanza de que la Gordi se lo premiase con otro "calentón"
- Eh, tú, para el carro!... Se te acabó lo de asesinar mujeres, cabrón!... Tiene derecho a un abogado, tiene derecho a guardar silencio...

( Continuará )

"Con Bevilacqua y la sargento Chamorro me iría a tomar un café. De la Chamorro me gusta cada vez más su sentido del deber y su inteligente discreción. Con Bevilacqua comparto su repulsa por la difusión de unas imágenes que no nos dejan bien librados como seres humanos: las del tirano Gadafi humillado y asesinado a sangre fría. Y su debilidad por los yogures naturales con trozos de pera" ( J. Ernesto Ayala-Dip en su crítica de la novela "La marca del meridiano", de Lorenzo Silva, último Premio Planeta )

2 comentarios:

  1. Un exito para la policia española, en realidad un fracaso porque deja libre de sospechas al otro asesino.

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  2. No lo crea, el Super Jefe sabe muy bien que Don Angel Luis es el malo.

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