jueves, 9 de agosto de 2012

Una noche movidita.

Un asesino como los demás (94)


  

La noche estuvo salpicada de incidencias. El canadiense agarró una melopea de campeonato y fue sorprendido por los municipales meando en medio de la calle, lo que le aparejó una bronca muy gorda y una multa más gorda todavía. La bronca no le afectó por lo borracho que estaba y la multa la pagó su sufriente esposa sin rechistar.
La chica de la cruz a cuestas también había llegado a Hospital de Orbigo. Profundamente reservada, no se relacionaba con nadie. Uno que la conocía de muchas etapas atrás comentó que era noruega y superviviente de la masacre del pasado año (estos días se cumplía un año) cuando un neonazi disparó a sangre fría contra los jóvenes de un campamento de verano.
La noruega durmió en una litera alta abrazada a su cruz. Don Angel Luis ocupó la litera de abajo. Siempre elegía las literas bajas para hacer más fáciles sus expediciones nocturnas al váter. A media noche se le cayó la cruz a la noruega y despertó con su estrépito a varios peregrinos, entre ellos a Don Angel Luis, que era el más próximo y sintió el impacto muy cerca de sus oídos. Pero antes de llegar a este extremo sucedieron otros percances dignos de relatar:
El butano se acabó y toda la basca tuvo que ducharse con agua fría . A unas maestras de Bilbao se les cayó al suelo la paella que acababan de hacer. La bruja del pelo estropajoso comenzó a rezar en voz alta cuando la gente estaba empezando a pillar el sueño. Un señor gordo de Badajoz, caminante solitario como Don Angel Luis, discutió acaloradamente con la bruja perdiendo ambos los papeles y pasándose de insultos. La amenaza de llamar a la policía que les hizo la hospitalera, puso fin al combate. Pero quince minutos después se lió otra gorda porque el gordo de Extremadura roncaba como una locomotora en un tunel y a varios les dio por zarandear su litera hasta despertarle. Se despertó furibundo y amenazando con matar a alguien si no le dejaban en paz. La hospitalera volvió a recordar que en este pueblo tenían policías. El canadiense, que hasta ahora había dormido su borrachera como un bendito, se despertó porque la vejiga le pedía un desahogo. Al regresar se equivocó de litera y fue a dar de morros con la bruja del pelo estropajoso. Esta se imaginó que era el gordo que venía matarla y soltó un chillido terrorífico.
Pasó un largo rato hasta que se hizo la calma absoluta. El gordo durmió por iniciativa propia en la huerta, llevándose con él el colchón. La noche estaba absolutamente estrellada. La Vía Lactea o Camino de Santiago era el techo fantástico de las riveras del Orbigo en aquella noche de peregrinos agotados y agobiados.






Y fue entonces cuando se le cayó la cruz a la noruega. La chica descendió de su litera alta para recuperar la cruz. Don Angel Luis vio primero unas piernas hermosas, muy bien contorneadas; después una braguita azul ceñida a unas caderas perfectas, y finalmente unos pechos blancos, juveniles, tentadores... deliciosos para una lengua hambrienta de lujuria.
Recuperó la cruz y trepó a la litera dejándole a nuestro héroe con la fascinación en la entrepierna. "Existiendo estas cosas, quién necesita viagra?", se dijo con más razón que un santo pecador, pues dicen que los santos pecan siete veces al día, aunque quizá no tantas como el padre Ambrosio Angulo.
La chica se movió hasta conseguir la posición adecuada y entonces la litera dejó de chirriar. La noche había resultado especialmente chirriante.
Don Angel Luis fue pillando el sueño mientras le llegaban del huerto los ronquidos del caballero voluminoso de Badajoz, pero ahora atenuados.






( Villares de Orbigo, primer pueblo que encontró Don Angel Luis tras dejar atrás Hospital de Orbigo )

Caminó aun siendo de noche los dos kilómetros que separaban Hospital de Orbigo de Villares de Orbigo. En Hospital de Orbigo no había bares abiertos tan temprano, pero en Villares de Orbigo pudo disfrutar de un café con leche y un cruasán tierno.
Se internó por una zona boscosa mientras comenzaba a amanecer. Llego a Santibañez de Valdeiglesias, un pueblo muy pequeño pero que también tenía su albergue de peregrinos u hospitalillo y aprovechó para sellar la credencial. La joven hospitalera le dijo que hacía sólo un ratito que se había marchado el último peregrino de los que habían pernoctado esa noche. 


   ( Santibañez de Valdeiglesias, otro refugio de peregrinos en el camino hacia Astorga. Las tierras leonesas acogen fraternalmente a los peregrinos santiagueros)

Siguió el discurrir del Camino por el bosque, sumamente atento a las flechas amarillas. Sabía por experiencia que un despiste podía suponerle la pérdida de mucho tiempo.
Sintió un hormigueo especial en el cuerpo cuando le adelantó la noruega. Su parte de arriba era la misma: la cruz; su parte de abajo: sus hermosas piernas; y el lugar en donde vio las braguitas estaba tapado ahora con un pantaloncillo blanco. Otra braguita y una camiseta colgaban con imperdibles de la mochila para que se fuesen secando. El también había puesto a secar su calzoncillo y los calcetines de hilo. La llegada tardía del día anterior por el exceso de kilómetros les había privado del suficiente sol para que se secase la ropa en los tendederos del albergue.





Colocando los brazos en jarras se recreó en la panorámica. El pueblo de ahí abajo era San Justo de la Vega y el de más allá Astorga, la vieja Astúrica Augusta de los romanos. A nuestro héroe peregrino le encantaba aquella hermosa ciudad, reina de la Maragatería, cruz y reposo de peregrinos a través de los siglos. (En el siglo XII llegó a haber 23 hospitales de peregrinos en Astorga según nos cuenta el monje cluniacense francés Aymeric Picaud, viajero de esa época, en su libro Códice Calixtino... felizmente recuperado)
Pero sus ensoñaciones se vieron interrumpidas por una vocecilla tan inoportuna como desagradable.
- Ya nos quedan menos kilómetros, pijo. Menudo sinvergüenza el gordo de anoche, verdad?... Pues anda que el borracho del canadiense, pues no me quería violar el muy cretino!... Oiga, me parece que ayer no nos presentamos, yo me llamo Fuensanta, como mi querida Virgen. Uf, hoy también hace calor a base de bien, pijo, pero en Murcia seguro que hace más.
"Yo a esta tia la mato!... y eso que estoy de vacaciones"

(Continuará)



4 comentarios:

  1. ¡Ja ja ja ja ja ja!
    ¡Vaya noche más divertida!
    Pobre, el de los ronquidos, me ha recordado que en una ocasión me pasó a mí.

    Compartía habitación con una alemana (es un decir, la alemana es su madre, ella es española), en el hostal de la estación de Vic; al día siguiente ella tenía que intervenir de traductora en un acto político y yo iba en calidad de militante de cierto partido de cuyo nombre no quiero acordarme.

    La tía se pasó toda la noche tirándome de los pies porque según ella, yo roncaba.
    Nada de roncar, me han dicho que es que respiro sólo por la nariz y provoco una especie de soplido suave pero constante.

    Total, que dormía yo tan feliz, hecha polvo por el viaje en tren, cuando me despierto al notar que me sacuden el pie.

    - ¿? ¿Qué pasa? ¿Hay fuego?
    - Roncas.
    - Lo siento, no puedo evitarlo.
    - Cambia de lado.

    Fastidiada, me giré, pensando que esa es tonta, puesto que si ronco, roncaré igual aunque me cuelgue de la lámpara boca abajo.

    Al rato, habiendo cogido el sueño de nuevo, otra vez.
    Esta vez me alarmé porque la tía había arrastrado su cama pegándola a la mía y además, estaba con la cabeza a los pies de su cama, había cambiado la ropa de sitio o le había dado la vuelta a la cama, ¡yo qué sé! No me había enterado de nada, tan a gusto dormía.

    Joder, para una vez que me duermo temprano y quedo como un leño, la alemana me dió la noche.
    Total, que ya no pude dormir más, vi hacerse de día resignada.

    Cuando se despertó, yo ya me había duchado y vestido, pero ella tenía que desayunar antes que nada, conque con toda su caradura me pidió mi chaqueta de calle para echársela sobre el pijama, como una bata, y salir a recepción a zamparse unas pastas y café con leche.

    Ya empezaba a hartarme porque a ver si me manchaba la chaqueta; pero eso no fue todo. Después del acto y la comida posterior, tuve que acompañarla a un hospital y luego a la farmacia porque le había dado una taquicardia.

    Una histérica, eso es lo que es. No tuvo que traducir nada porque el político alemán vino acompañado y no se trataba de un debate para que cada uno usara sus propios traductores, con uno era suficiente conque a ella la rechazaron al ser el otro el invitado.

    Anda que la noruega durmiendo con la cruz... ¡Juas! Lástima que no se le cayera cuando el multiasesino se levantara para cambiar el agua al canario. ¡Cachís!

    ¿Aparcará las vacaciones Don Ángel Luis hartándose de la murciana?

    ¡Hasta mañana!

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  2. Divertida anécdota la suya, que no lo es tanto cuando se sufre. Lo de ponerse de lado surte efecto en algunas personas pero no en todas, el roncador nato ronca en cualquier postura. Yo también soy roncador, aunque me han dicho que ya ronco "más bajito", me lo comentaron en el último camino que hice, comporando con otros que me superaban en muchos decibelios. El problema en el Camino es que no dejas dormir con tus ronquidos a los que han echado una larga siesta o no han caminado, es decir, a los que trampean en coches y autobuses, porque los que caminan de verdad llegan cansados y no hay ronquido que les despierte. En dos ocasiones estuve a punto de pegar a personas que me zaranderon la litera para que me despertase.
    Lo de Don Angel Luis y la murciana es un "desencuentro" permanente, je, je!
    Feliz viernes!

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  3. Yo también voy a hacer mi particular Codice Calixtino, en este caso Jesusino, espero que me ocurran anecdotas tan interesantes o mas, jejeje

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  4. Lo esperamos con ansía!... Seguro que surgen esas anécdotas!

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