martes, 14 de agosto de 2012

La coartada

Un asesino como los demás (98)



Ella entonces notó su presencia y se giró... justo en el momento en el que él clavaba la punta del bordón en su mochila, empujaba y... Doña Purita perdió el equilibrio. Esa fue la imagen que vio. La maldita vieja del cuarto piso, la que le delató a la policía, era la que yacía allá abajo con la cabeza destrozada tras rebotar en varios peñascos.
Esta fantasía pos-asesinato duró apenas tres segundos. La muerta y bien muerta era la arpía murciana que le había molestado varias veces, invadiendo incluso su mundo onírico y privándole de un buen polvete con la maravilla noruega.
Deshizo el camino andado con una cautela total y borrando las huellas de sus botas con una rama, ardua tarea y quizá innecesaria porque pronto habría muchas más pisadas.
Enseguida llegó a la zona boscosa en la que hubo de esconderse varias veces para no ser sorprendido por los peregrinos rezagados que caminaban hacia Molinaseca.
El éxito de su coartada radicaba en que no fuese visto absolutamente por nadie en el tramo comprendido entre Riego de Ambrós y el despeñadero, como ya habrá intuído mi sagaz lectora Doña Leona Catalana.
Dio un rodeo enorme por el bosque para evitar el pueblo, sorteando zarzas, argomas, vallados y un sinfín de obstáculos, pero su cautela y tenacidad dieron el fruto deseado. Había retrocedido varios kilómetros en el camino desde un lugar "en el que nunca estuvo" Salto al camino cuando nadie podía verle.

El matrimonio burgalés ansiaba llegar ya a Riego de Ambrós tras su larga etapa desde El Ganso. Pasaron de largo El Acebo porque se sintieron fuertes para caminar otro tramo (ella ya se había recuperado de sus dolores de espaldas) pero ahora estaban arrepentidos. Y entonces alcanzaron a aquel hombre que habían conocido en el albergue de Las Carbajalas. Se asustaron al verle tan descuajaringado.
- Qué le ocurre, amigo?... Va usted muy mal, eh!
- Creo que es una tendinitis. Sufro horrores a cada paso que doy.
La interpretación era genial, sólo la podría superar otro talento del arte dramático: el inefable Manolín.
Los de La Roja se adelantaron al albergue y el marido regresó con el hospitalero en el coche de este. Con mucho cuidado le ayudaron a entrar en el coche y se lo llevaron al albergue. Allí fue colmado de atenciones y le asignaron una litera especial que reservaban para estos casos, en una pequeña habitación, aislado del resto de los peregrinos. Se sintió tan reconfortado como un rebelde sirio herido en un campamento de la Luna Roja en Turquía.
A las dos horas llegó el médico de Molinaseca. No le fue difícil fingir los síntomas de una tendinitis en la ingle porque ya había sufrido una de verdad. Tal y como sospechaba, el médico le puso una inyección y le recetó ibuprofeno, aconsejándole un descanso de tres o cuatro días.
Durante la mañana del día siguiente nadie vio el cadáver de la peregrina en el fondo del barranco. Fue llegado el mediodía , en esos momentos de mayor trasiego de peregrinos por el lugar, cuando una señora de una asociación de caminantes alicantinos señaló hacia abajo y les dijo a sus compañeros: "Mirar, allí hay una muñeca" Al momento surgió la controversia: "era una muñeca o un cadáver humano?"
A media tarde llegó la noticia al albergue de que se había despeñado una peregrina. "Siempre lo he dicho, ese lugar es muy peligroso", masculló el hospitalero. "No llevaría cuidado la mujer y... pobrecilla!", dijo Don Angel Luis con fingido apesadumbramiento. (Toma palabreja!)
A nadie se le pasó por la cabeza que pudiesen haberla empujado. Ni a uno sólo de los peregrinos que estaban llegando ese día al albergue en donde "convalecía" Don Angel Luis le dio por mencionar la posibilidad de un asesinato, lo cual colmó de alegría al asesino. Pero la policía, siempre tan mal pensada, sí tuvo en cuenta esta posibilidad. Fueron interrogados los peregrinos que pernoctaron en los albergues de Molinaseca, Ponferrada y Cacabelos, e incluso en Villafranca del Bierzo, por si alguien les daba pistas de algún altercado que hubiese tenido la víctima con alguno de los peregrinos, o si alguien hubiese sabido por boca de esta que estaba amenazada. Pero los pocos que la habían conocido muy ligeramente no aportaron nada. Las únicas que podían haber revelado que la vieron "intimando con un peregrino de unos 65 años" eran las maestras bilbainas, pero estas habían saltado en autobús a Sarria porque el tiempo se les echaba encima y querían llegar a Compostela antes de que concluyesen sus vacaciones.
No se interrogó a los peregrinos que pernoctaban en los albergues anteriores al despeñadero cuando ocurrió el crimen, como bien supuso el cerebral matador. Era poco creible la hipótesis del asesinato y por eso la policía no se empleó a fondo, y más cuando la autopsia no arrojó ninguna luz.

Una vez "recuperado" hizo el tramo que le faltaba para llegar a su destino. "Volvió al lugar del crimen" haciendo honor al dicho, o, mejor dicho, pasó por allí. Desayunó en un barecito de Molinaseca, otro precioso pueblo de esta tierra tan preciosa. En Ponferrada, punto final de su atípica peregrinación visitó el Castillo de los Templarios, de los verdaderos caballeros templarios, no de los chalados de Manjarín, una visita que merece la pena, pues causa una gran impresión estar atrapado, aunque sea un rato, entre los gruesos muros de un castillo tan grande "en plena Edad Media"







( Aspecto de Molinaseca y Castillo de los Templarios de Ponferrada )

Y mañana... Capítulo 99

"Realidad y Fantasía en siete capítulos caminando por el Camino de Santiago"
o dicho en lenguaje televisivo-cinematográfico: "Como se hizo"
Qué experiencias vividas he utilizado para la narración?... Hay personajes reales transformados?... Cuales son absolutamente ficticios?


Y pasado mañana... "Capítulo 100"

Cinco personajes del novelón se dirigen a los cinco lectores conocidos. Es la forma que han elegido para celebrar este capítulo 100.

( Lo siento, no lo he podo impedir. Ya saben ustedes que los autores sólo somos dueños de un argumento durante las primeras páginas. Enseguida cobran vida los personajes y hacen lo que les da la gana, incluso asesinar a otros personajes más vulnerables. A veces me siento inútil, como si me limitase a poner el piloto automático para que estas criaturas absurdan vuelen a su aire )

2 comentarios:

  1. No cabe duda de que el asesino es un consumado actor. Habría que pensar cuántos actores son asesinos...

    Los castillos me interesan mucho y el de la imagen tiene una construcción curiosa. Pero no se ve en absoluto grande a juzgar por la foto, más bien todo lo contrario.

    El capítulo 99 será interesante, pero el 100 mucho más, je je je...

    ¡Hasta luego!

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  2. Hola!
    Pues no, mi principal impresión fue de que era enorme por dentro, me sentía empequeñecido en aquella colosal explanada entre muros, y hay una estrechísima escalera de caracol que te pone los pelos de punta mientras la subes, pensando que en cualquier momento puede aparecer el templario con su espadón.
    Por norma general los actores no son asesinos, aunque habrá habido sus excepciones. Hay una reflexión en la autobiografía de Charles Chaplin que da que pensar. Dice: "Nada de inteligencia y mucha sensibilidad: el tonto perfecto; nada de sensibilidad y mucha inteligencia: el sicópata perfecto; y mucha sensibilidad y mucha inteligencia: el actor perfecto" Sabía pensar las cosas Don Charles!
    Buen día en cada minuto!

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