martes, 7 de agosto de 2012

Catedrales imponentes.

Un asesino como los demás. (92)

Este capítulo y los siguientes, andando por el Camino de Santiago, están dedicados a mi amiga la peregrina Inmaculada Domínguez.











 (Catedral de León, maravilla arquitectónica en plena ruta xacobea)

Aproximadamente a la misma hora en la que Encarni atendía al inspector Churriguera, Don Angel Luis arribaba a la estación de León en un cómodo talgo.
El flujo de peregrinos era enorme, dado que empezaban las vacaciones agosteñas para muchísima gente (Los casi seis millones de parados habían perdido ya la ilusión de las vacaciones) y León era uno de los puntos del "Camino Francés" elegidos para iniciar la ruta junto con Roncesvalles, Santo Domingo de la Calzada, Burgos, Logroño o Sarria. De cualquier forma, nuestro experto asesino no pensaba completar el peregrinaje, su destino no era el "Campo de las Estrellas", tan sólo caminaría entre León y Ponferrada por amor al senderismo, para hacer piernas, porque le gustaba tanto caminar como matar, porque se sentía un viejo cachas!... Y el tramo elegido era uno de los más bonitos de la ruta, tanto para él como para otros muchos peregrinos, cien kilómetros de bellos paisajes leoneses, históricos templos y museos y envidiable gastronomía. El feo páramo había quedado atrás, entre Burgos y Mansilla de las Mulas.
El "ferragosto" también se hacía sentir en esta histórica ciudad tan alejada de otros tipos de turismo más convencionales, y las heladerías, bares y maquinitas expendoras de refrescos no daban a basto para satisfacer a la sedienta clientela, nativos y peregrinos.
Lo primero que hizo Don Angel Luis fue asegurarse de su alojamiento peregrino en esta primera noche. Encaminó sus pasos por la parte vieja hasta el convento de las Monjas Carbajalas. El otro albergue, el municipal, ofrecía más y mejores servicios, incluídas lavadoras y una salita de televisión, y contaba con un mayor número de literas, pero a nuestro hombre le encantaban los albergues de la Iglesia porque tenían un algo especial que le atraía. Los ecos medievales del Camino estaban más presentes entre los muros de conventos, monasterios y albergues parroquiales, y los albergueros u hospitaleros de estos lugares se mostraban más "hospitalarios" al estilo antiguo, de hecho la mayoría de ellos eran peregrinos que habían solicitado plaza de hospitaleros.
Tal y como se imaginó, había una larga cola de concheros esperando para conseguir su credencial o, en el caso de los que ya venían caminando, para sellarla, pues en León se juntaban muchos veteranos con muchos principiantes. De los caminantes veteranos, la mayoría habían iniciado la etapa de ese día en Mansilla de las Mulas, veinte kilómetros atrás.


  
(Monumento al peregrino y dos vistas del albergue en Mansilla de las Mulas, parada en El Camino de Santiago antes de llegar a León)

A pesar de la cola, el ambiente era muy cordial, como suele suceder en el Camino. Tres o cuatro botijos de agua fresca apaciguaban la sed y la espera de los caminantes. Don Angel Luis observó a la fauna humana que le rodeaba: Un grupo muy alborotador de jovencitos y jovencitas italianos, varios matrimonios de cincuentañeros y algunos sesentañeros de diversos de países. (Nuestros prota andaba a medio camino entre los sesenta y los setenta) Los inevitables brasileños y brasileñas. (Habituales del Camino desde que Paulo Coelho publicase su bestseller) Una pareja de jóvenes canadienses; cuatro chicas catalanas con pegatinas de senyeras adornando sus mochilas...
Dos personajes especiales, de esos que siempre destacan en el Camino, le llamaron especialmente la atención: Una chica nórdica, lozana, rubia y coloradota, que portaba una cruz de madera más grande que la mochila, y una señora esmirriada de edad indefinida y pelo amarillento estropajoso, luciendo sobre su pecho un escapulario enorme de una Virgen. No tardaría en enterarse de que estaba como una chota.
Antes de llegar a la mesa en donde una hospitalera madurita y simpática repartía y sellaba credenciales, trabó conversación con un matrimonio de cuarentañeros burgaleses. Vestían camisetas de La Roja y habían iniciado la caminata en Burgos hacía una semana. Le dijeron que lo hacían por una promesa, y al preguntarles cual era la promesa le respondieron muy serios que le habían prometido al Apostol Santiago que si España ganaba el gran torneo futbolero hacían el camino Burgos-Compostela.
También se lo imaginó, ya no quedaban literas, le tocaba dormir en el suelo en una colchoneta, y gracias que quedaban colchonetas porque la otra opción hubiese sido dormir sobre la esterilla o intentarlo. No le pilló de improviso, pues ya le había sucedido en anteriores andaduras. Julio y Agosto eran así en el Camino.
Con la credencial peregrina en su poder, que le facilitaba el acceso a los albergues de cinco eurillos o la voluntad, no a los privados, por supuesto, y una vez se hubo duchado y acomodada la mochila junto a la colchoneta, reservando su espacio para la noche, enfiló hacia las calles de históricos muros y serviciales mesoneros. ("Mira el coño" era el nombre que el populacho antiguo le había dado a la calle de las putas, pues las buenas mujeres, o "malas" si el valorador era alguien de rancia moral católica, levantaban la falda mostrando el género al vulgo, y los asombrados mozalbetes exclamaban "Mira el coño!"
Entró en la imponente catedral para contemplar una vez más sus colosales vidrieras, trabajo de portentosos alquimistas que lograron una "fórmula mágica" para que los colores perdurasen a través de los siglos sin perder intensidad, cosa que aún trae de cabeza a los científicos modernos.


  
(Vidrieras de la Catedral de León, maravilla de maravillas, espléndido legado de otros tiempos)




 
( Dos aspectos del famoso "Barrrio Húmedo" leonés )

Visitó después las tumbas de los reyes medievales y el Palacio de Botín con sus hermosas pinturas, y aún le sobraron ganas de dar otro largo paseo antes de llegar al "Barrio Húmedo" para despedir la noche leonesa con una botellita de vino berciano (de las bodegas de Cacabelos, casi nada!) que se convirtió en otras seis o siete boterllas en compañía de las mozas catalanas , un matrimonio de Albacete y la pareja joven canadiense,  (El tío era una esponja absorviendo vino) sentados ante una larga mesa de madera al aire libre anexa a un barecillo típico.
Y a eso de las diez menos veinte, todo el mundo salió pitando hacia el convento porque las monjas ya no abrían a nadie a partir de las diez de la noche, y esa era la gran desventaja respecto al albergue municipal.

  (Estadio Santiago Bernabeu, una catedral de nuestro tiempo, feudo del mejor equipo del mundo... después del Barça)

El Padre Ambrosio estaba más desolado que el Imán de Terrasa bajo el látigo de una ama dominanta. Trataba de localizar entre el gentío a algún religioso que pudiese orientarle, pues le daba mucho apuro dirigirse a otras personas estando vestido como estaba. De pronto le llamó la atención la inmensa estructura que se erguía ante sus ojos, gigantesca como una catedral, todo un coloso urbano que ocupaba una gran extensión de suelo y cielo y no se parecía en nada al resto de las torres que poblaban aquella zona. Efectivamente, era una catedral de los nuevos tiempos paganos: El Estadio Santiago Bernabeu, punto obligado de peregrinación de los fieles hinchas madridistas.
Algunos transeuntes flipaban observando a aquel anciano asustado que vestía un chandal del Barça.
Y de pronto tuvo una revelación: "Claro, este este es el Paseo de la Castellana!... Más abajo está la Plaza de Colón, en donde me reunía con el señor obispo y los demás obispos para protestar contra las abortistas y los homosexuales, y en donde celebró una gran misa Su Santidad el Papa, claro!..."
Ahora lo tenía más fácil, preguntaría por la parada de un autobús que pudiese dejarle en el Divino Pastor o en Ministra Teresa Coscojuela, y pediría limosna para pagar el billete. Seguro que daba con algún buen samaritano. Pero antes eta menester satisfacer una necesidad fisiológica apremiante, ya que su envejecida vejiga estaba a punto de reventar. Decidió buscar un barecito y pedir permiso para utilizar el aseo. Y ya, de paso, también pediría un cigarrillo.




( Oh, criaturas aterradoras! )


En aquel bareto ( "Bar La Patria" ) se reunían los ultras-sur de la sección Fuerza Vikinga Descontrolada. Allí tomaban sus birritas y sus minis mientras echaban pestes de los maricones, los vascos, los polacos (o catalinos) los rumanos, los negratas, los sudacas, los moromierdas, los sociatas, los rojos, los judios, los masones, las abortistas, los colchoneros...
De pronto se hizo un silencio mortal y todas las miradas convergieron en la puerta del establecimiento, en un fulano carrozón que a su vez les miraba a ellos con ojos de loco de remate, en un polaco hijo de puta que osaba profanar con su respiración la atmósfera sagrada de aquel templo madridista.
Y el quijote demacrado avanzó tres pasos y miró hacia la barra.
- Podría pasar al servicio, por favor?

(Continuará)




4 comentarios:

  1. Me emociona muy sinceramente su dedicatoria, le estoy profundamente agradecida.

    Inma

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  2. Me emociona que se emocione, je, je!... Le deseo un feliz día!

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  3. Que vuena descripción del Camino, nada que ver con el catalán apenas he visto unos cuantos peregrinos.
    Voy a por el siguiente capitulo que me estoy poniendo al dia

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