viernes, 29 de junio de 2012

Sexo, fútbol y cambio de imagen.

Un asesino como los demás (59)

Felisa Calvo galopaba con todo su tonelaje sobre el miembro duro de Florencio el cowboy. A él le gustaba mucho que ella le montase, a pesar de la enorme masa corporal de la amazona, y se agarraba a sus super nalgas como un náufrago a una colchoneta salvavidas. De la tele les llegaba el sonido de la retransmisión de un partido de La Roja: España-Francia, cuartos de final de la Eurocopa. La Selección Española llevaba una ventaja de 1-0 desde el minuto 18, gol de Xabi Alonso.

 (España-Francia, un gran partido de España y una gran derrota de los vecinos de arriba de los Pirineos. Unos ganan y otros pierden, es así de simple)

A ninguno de los dos les gustaba el fútbol, pero a Felisa le ponía muy cachonda el sonido de fondo de una retransmisión televisiva futbolística. Esta "pequeña aberración privada" venía de sus tiempos de adolescente, cuando gozaba de sus primeras experiencias sexuales con su noviete Ataulfo. Se lo hacían en la habitación de Felisa los domingos y les llegaba el sonido del televisor del salón con la retransmisión del partido de fútbol en el que centraba todo su interés su padre. El hombre creía que los chicos estaban haciendo los deberes del colegio, pero jamás se acercó a comprobarlo porque estaba absorto en el fútbol, y además le hubiese sido muy difícil maniobrar con la silla de ruedas para entrar en la habitación.
Don Genaro era una víctima más del tráfico rodado, se pegó un hostión espectacular contra un camión de Leche Pascual con Chocolate cuando iba al volante de su Renault 4 por una carretera comarcal. El camión había rebasado la línea continua al tomar una curva muy cerrada.
Su esposa, Doña Felisa, a la que debía su nombre la futura poli, se pasaba los domingos y fiestas de guardar en una cafetería de moda o en el cine con su peña de amigas frivolonas, todas tan mal casadas como ella, o en casa de Don Arturo, un maestro de escuela cincuentón fogoso que se dedicaba a consolar a las malqueridas.

La pareja también había descansado tras la primera mitad, como los jugadores, y llevaban un segundo tiempo muy activo cuando... "Goooooool...!!" Lo marcó también Xabi Alonso, de penalty, en el minuto 91, y coincidió con un sentido orgasmo de Felisa.


  (Xabi Alonso, jugador de La Roja cuyo segundo gol contra Francia subrayó el triunfo de nuestra gloriosa selección y un orgasmo grande de Felisa Calvo)

La super carnosa y lujuriosa policewoman había dejado de fingir orgasmos desde que se acostaba con el pistolero del cañón largo. Tras encender el obligado cigarrillo ("Uy, mi amiga Teresa dice que lo va a dejar, no me lo creo") le hizo la pregunta de turno a su Florencio. Felisa era de ese tipo de mujeres que siempre tienen una pregunta nueva para después del acto sexual.
- Nos queremos, Floren?
- Coño, pues claro que sí, yo te quiero mucho a ti, flaquita mia.
- Follamos muy bien, pero tú crees que estamos enamorados?
- Pues yo creo que sí.
- Vale, si tú lo dices...
Le besó en la boca y acarició su formidable pene que todavía no se había achicado del todo. Le encantaba jugar con la verga de su amante en esos precisos instantes, obligándole a retrasar su obligada fase de menguamiento. Buscó el mando de la tele y cuando lo encontró puso silencio en la retransmisión futbolera. Además, venían las entrevistas y comentarios pos partido, que eran más insufribles que el partido en sí.


El señor Alegre y el Señor que está en la Cruz.

Don Angel Luis se miró calmosamente en el espejo del cuarto de baño. Perfecto. El bigotillo en fase de crecimiento y las patillas recortadas, todo ellos teñido de un color castaño colaro, las cejas depiladas y los pelillos de las orejas eliminados, le daban un aspecto de carrozón rejuvenecido o de glamouroso actor del Hollywood de las comedias de teléfonos blancos. Tampoco le quedaba mal la camiseta que había elegido para salir de paseo, una reproducción del Cristo de Dalí en el pecho y en la espalda.



   (Famoso "Cristo de Dali")


Pensó en Encarni y en su extraño comportamiento durante la última semana. No le llamaba para que sacase a los nietos de paseo, y además daba la impresión de que le rehuía. Un día se la encontró en la calle y apenas cruzaron tres palabras. "Tengo que hablar con ella, algo le ocurre a mi hija", pensó en voz alta, "aunque quizá me convenga que no se me vea mucho con los nietos"
Llamaron al timbre y acudió despacito a abrir. "A estas horas sólo pueden ser los testigos de Jehová. Joder, qué coñazo!"
Abrió la puerta y se encontró con dos caballeros muy serios, uno mayor y otro no tan mayor. "Bueno, pues no hay que ser muy listo para deducir que son policías", pensó con rapidez y perspicacia.
El más mayor se dirigió a él mirándole muy fijamente a los ojos.
- Es usted Don Angel Luis Alegre Santaflauta?
- Sí, señores, qué se les ofrece?
- Policía.
Y ambos le mostraron en un gesto rápido sus placas policiales.

(Continuará)


2 comentarios:

  1. Parece que esto llega a su fin, pero supongo que continuaran las andazas del resto de personajes

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  2. Las apariencias engañan en las novelas policiacas, señor periodista.
    Have a nice weekend!

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