miércoles, 27 de junio de 2012

Vidas desgraciadas

Un asesino como los demás (57)

    Escolástico Navacerrada San Fermín, Jefe Superior de Policía.
Sus tiempos de joven idealista en la lucha contra el crimen habían terminado. Ya empezó a corromperse antes de que entrase en escena el asesino maldito, pero ahora era un corrupto de tomo y lomo.
Finalmente, con la ayuda de sus amigos hampones, se hizo con la grabación secreta de Ubaldo y prendió fuego a su apartamento. Y además sintió un extraño placer en ello.


Encarni, hija de Don Angel Luis, el asesino.
Una extraña mutación empezaba a operarse en esta buena mujer, hasta ahora una feliz maruja sin más problemas que los puramente domésticos. La "mirada asesina" que le dedicó su padre en el cementerio la descolocó de tal manera que, a partir de entonces empezó a aparecérsele todas las noches en unas pesadillas horribles. Y una voz de ultratumba la golpeaba con fuerza: "Tu padre es el asesino!... Tu padre es el asesino!"



    Comisario Lopategui Serranillos.
Al diligente comisario comenzaba a cegarle la ambición. Intuía que la caída del jefe supremo era cosa cantada y que él era el hombre idóneo a ojos del ministro para ocupar su puesto. Pero le fastidiaba enormemente que el asesino siguiese en libertad. Una cosa estaba clara, no era un asesino como los demás. No, era una auténtica pesadilla para las fuerzas de seguridad del Estado y una vergüenza nacional!... Y cualquier paso hacia adelante fracasaba estrepitosamente: No habían encontrado el cuchillo que el asesino supuestamente habían lanzado al estanque. (La verdad es que sólo rastrearon cerca de los urinarios, sin sospechar que aquel viejo tenía fuerzas suficientes para lanzarlo más lejos)


Retrato robot.

  El retrato robot confeccionado con la ayuda de Purificación Castro, Felisa Calvo, Victorio Valdeminguilla y el enchironado Ubaldo-Merlíng estaba sirviendo de muy poco, tan solo para molestar a algunos caballeros inocentes. (Ninguno de los aludidos se habían puesto de acuerdo en el tamaño de las orejas o la forma de la nariz, si los ojos eran castaños o verdes, etc., etc.)

Y qué estaba ocurriendo con las vidas del repelente Manolín, el bufonesco Valdeminguilla, la oronda y ardiente Felisa Calvo y la corajuda Doña Purita?... La respuesta en el próximo y sorprendente capítulo de su culebrón favorito. Mañana mismo sin más tardar.

(Continuará)

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