martes, 19 de junio de 2012

Linchamiento mediático y populachero.

Un asesino como los demás (50)

La prensa sensacionalista y la televisión basura - tanto monta, monta tanto - colmaban todos sus espacios con el notición del año. También la prensa seria le dedicó algunas portadas. Pero los "terroristas" del papel couché y sus correligionarios de la tele aberrante ya habían decidido que el despiadado asesino de ancianas era el profesor Merlíng. Empezaba el linchamiento público!... Y eso que la policía se apresuró a enviar un comunicado diciendo que aún no había datos concluyentes, pues faltaban las pruebas periciales.
Por Internet se divulgó enseguida la "primicia" de que el sicario asesinado había trabajado años atrás como actor de culebrones ("Luz Cristina y el terrateniente ominoso", "La sobrinita del padre Lucrecio"...) con el nombre artístico de Narciso de Fuentebella.



   ("Narciso de Fuentebella", a la izquierda de la imagen, en una escena de la tele-novela "Gracielita, la cojita mancillada")

En un programa televisivo de esos de tertulias entre personas gritonas, se especuló con la posibilidad de que se tratase de un crimen pasional entre homosexuales, pues muy posiblemente el sicario y el vidente eran amantes y ambos compartían en secreto un apasionante juego de rol que consistía en matar ancianas.
Un obispo aprovechó la coyuntura para decir que todos los homosexuales eran criminales en potencia, lo cual provocó la respuesta airada del colectivo gay que consistió en convocar una fiesta de lo más fashion en Chueca.


  (Imagen de una de las muchas fiestas gays en respuesta a la Conferencia Episcopal)


El comisario Lopategui Serranillos y el presunto multiasesino ya llevaban tres días viéndose las caras, descontando algunas horas para dormir y algunos minutos para tomar café.
La estrella mediática caída en desgracia (de momento!) había rechazado el abogado de oficio.
- Son las mismas preguntas siempre, joder!
- Y te las seguiré haciendo porque me sale de los cojones y porque este es mi oficio. Y agradece que no te aplique la ley antiterrorista porque ya te habría inflado la cara a hostias. Tú te crees que yo puedo creerme lo que me estás contando.
- No hay otra cosa, eso es lo que pasó.
- Recapitulemos: Vas y matas a un peligroso sicario que se ha hecho pasar por el heredero de una  casa con fantasmas. Tú, "un hombre de paz" como te defines, matas de tres tiros a un peligroso sicario, a un hombre con un curriculo de asesinatos que haría palidecer al estrangulador de Bostón, y lo matas con una pistola que te regaló un nazi porque le libraste del mal de ojo que le hacía un judio. De vuelta a casa te paras a cagar en la orilla de la carretera y aparece otro asesino que te regala su cuchillo, el cuchillo de su crimen. Joder, una historia así no se le ocurre ni al guionista más demencial de culebrones!... y tú pretendes que me la crea yo?
- Insisto, las cosas sucedieron así, y ya estoy harto de repetirlo, joder!
Pero el comisario Lopategui Serranillos ya estaba convencido de la sinceridad de su interrogado (como veremos más adelante) sólo que necesitaba presionarle un poco más para convencerse del todo. Había, sin embargo, un "detalle" que le tenía mosqueadísimo, la gran incognita del asesinato del sicario.
- Entonces, no me vas a revelar quién tenía motivos para contratar un sicario y enviártelo?..., quién deseaba tu muerte con tanto interés?
- No puedo, ya se lo he dicho mil veces.
- Pero, coño, no lo entiendo, tío!... Es la única posibilidad que tienes de demostrar que fue en defensa propia. O es que temes que todavía haya alguien buscándote?..., o estás implicado en drogas... o en trata de blancas?
- Me gano la vida honradamente con mi consulta y con mi trabajo en televisión, hostias!
- Pues confía en la policía, joder!... Aquí dentro estás protegido.
"Y una mierda!"
Interrumpió un agente uniformado:
- Señor comisario, usted perdone la interrupción, pero se trata del Jefe Superior y dice que es urgentísimo.
- Vale, vigile a este pájaro de mientras.

Lopategui Serranillos atendió en la habitación anexa la llamada del Jefe Superior de Policía, su buen amigo Escolástico Navacerrada San Fermin.
- El ministro me ha dado un ultimatum, Lopategui, dice que en dos horas...
- Pues me temo que nuestro flamante ministro no va a poder lucirse ante la prensa. Este desgraciado no es el asesino en serie.
- Voy para allá, Lopategui, tenemos que hablar. En diez minutos te veo.
Al colgar el teléfono, un agente se acercó al comisario y le pasó un sobre grande.
- Son los resultados de las pruebas policiales que faltaban, señor.
- Gracias, Gutiérrez.

(Continuará)



5 comentarios:

  1. Nos dejas con el entringulis en la boca...habrá que esperar a mañana

    ResponderEliminar
  2. Ese es el caso, señor periodista, crear suspense!
    Buen día!

    ResponderEliminar
  3. ¡Aquí estoy! Es que he estado ocupada matan... ¡uys! Nada, nada, que me han matado unos nervios molares digo...

    Lopategui y Navacerrada amigos... Pues a ver qué saldrá de esto, por Tutatis.
    Corro arriba a verlo.

    Por cierto, ya he finiquitado 'Todo un hombre'. Conrad sí que los tiene bien puestos, en cuanto a Charlie, suele pasar en la senectud.
    Los he devuelto este mediodía y me he llevado una novela negra, 'La senda trazada' de Pedro Paz. Veremos.

    ¡Salud a manta!

    ResponderEliminar
  4. Va a usted a 500 por hora con los libros, madre mia!... Me alegro que haya terminado ya con la tortura del dentista. Ahora a disfrutar de una boca con todo en orden.
    Salud dental a tope!
    (Pues sí, en la vejez unos se vuelven místicos y otros escépticos. Me incluyo en el segundo grupo)

    ResponderEliminar
    Respuestas
    1. ¡Qué más quisiera yo! No, todavía me queda tortura para tres o cuatro meses más, ¡y llevo trece!

      Eliminar