sábado, 9 de junio de 2012

Estudiando a la víctima

  Un asesino como los demás (42)

Nelson Cristiano de la Santísima Trinidad López, sicario profesional y devoto de la Virgen de Guachulupotuco, mojaba su cruasán en el café con leche y se lo llevaba a la boca lentamente, mientras observaba con ojos de depredador (aunque parapetados tras los cristales de las sunglasses adquiridas en una shop del aeropuerto del Prat) al que iba a convertirse, si la suerte no le era adversa, cosa rara porque él no fallaba nunca , en su siguiente cadáver de encargo (calcinado, para ser más exactos)
Tres mesas más allá, el profesor Merlíng, ajeno a las intenciones de aquel sudamericano trajeado y ornamentado con pulseritas y medallitas de oro de la Virgen, se veía privado de la tranquilidad de otras mañanas en esta cafetería próxima a Tele 10. Dos señoronas emperingotadas y aspavientosas le torturaban con sus zalameros cumplidos.
- No sea usted tan modesto, Don Merlíng!... Es usted el mejor vidente del muuundooo...!!
Exclamó la más obesa alzando los brazos como queriendo abarcar con ellos ese mundo al que se refería.

Nelson Cristiano había viajado toda la noche en autobús. Durmió unas pocas horas en un hostal de baja categoría y escasa limpieza, en donde se registró con el nombre falso de "Magnolio del Rosario Rubirosa" Después de darse una triste ducha, pues apenas salía agua por el caño, acudió a ver la casita deshabitada que le había recomendado su contacto en España. Perfecto, la zona estaba algo alejada de la autovía. Era un frondoso y oloroso pinar atravesado por una carreterita muy estrecha y de deficiente asfaltado. En cosa de un kilómetro de curvas sólo había tres casitas de una planta, una de ellas deshabitada, "la suya"

  (Casita en donde pretende el sicario liquidar a su presa)

No le fue difícil forzar la cerradura. Carecía del suministro de luz eléctrica, tal y como había imaginado. Pero no la iba a necesitar, por supuesto. En la casa había sillas, mesas y armarios de madera, cacharros viejos de todo tipo y un montón de periódicos y revistas antiguas. Perfecto!... Todo ardería como una gran pira en la noche de San Juan. El eficaz sicario no era partidario de darles mucho trabajo a los forenses. Su máxima era: "El mejor cadáver oculto es un cadáver calcinado"
Dejó allí la lata de gasolina que utilizaría en su momento y regresó al centro de la city.

La cafetería se fue poblando de clientes desayunadores en barra y mesas. Los camareros se pusieron las pilas y comenzó el concierto de cucharillas y platillos. "Clinc-clink-clinc!!... "; "Una tostada con mantequilla y dos de churros!"; "Marchando!"
La pieza a batir era un hombre fatuo, engreído, "un pobre bobo al que su negocio de vidente le está haciendo ganar sus buenos dineros y un cierto prestigio social entre la gente más simplona y crédula de la sociedad", reflexionó para sí el sicólogo depredador. "Pero no te fies, Nelson Cristiano", continuó reflexionando, "un tipo de estos no es absolutamente tonto; si alguien paga bien por matarlo es poque molesta demasiado a ese alguien" (Bueno, bueno..., todo es relativo en esta puta vida de putadas y escasos momentos Nescafé. Valdeminguilla también es muy molesto y nadie paga por matarle, aunque a su jefe superior, precisamente el pagador del sicario, le gustaría estrangularle con sus propias manos)
Esperó a que se fuesen las dos señoras agasajadoras y se acercó hasta la mesa del hombre fatuo y engreído.
- Caramba, caramba!... No me rechazará usted una invitación, mi admiradísimo profesor!... Hasta mi país han llegado noticias de sus fabulosos poderes paranormales!
- Ah, sí?... Y de dónde es usted?

(Continuará)

10 comentarios:

  1. ¡Juas juas juas!
    Me desternillo, Don Boni. Tiene usted una inventiva que ni el niñato aquel que me dirigía en teatro y se creía el rey del mambo.

    Le cuento una anécdota. Yo tenía que entrar después de otra actuación. Situémonos. La anterior iba de no sé qué de beodos y la mía, representaba que era una casi que Doña Purita, vamos, quiero decir que la mamá de un chaval que quería vender su tarántula y llegaba a casa acompañado de una chica.
    Pues mire usted, que me encontré con los cortinones cerrados pero... ¡joder! en la mesa de la vieja -siiií, me maquillé a base de bien, con mucha sombra azul y unos morros rojos que no vea y pinzas de colorines en el pelo, ¡juas! Aparte de haberle birlado a mi señora madre una blusa y calzarme las zapatillas de estar por casa-.
    Pues como digo, me encontré en la mesa de la señá nada menos que un cubata y esto no entraba en el guión, es más, era contraproducente. Así que cogí el vaso y me dirigí al fondo para eliminarlo. Pero... ¡hostiaputa!, se abrió el telón a medio camino. Yo nada, arrastré los pies tal que la señora a la que daba vida y... ¡juas juas! veía al chaval ese esgañitándose a gestos, que fuése a abrir la puerta, que llamaba mi "hijo" y la chica esa.
    Me hizo mucha gracia su tontería de no ver que yo estaba intentando subsanar su error de la puesta en escena, ainsss...

    Puede suponer que no le hice puto caso y después de dejar el vaso en el suelo, tras las cortinas laterales, me dirigí a "la puerta" rezongando y sin prisa, arrastrándo los pies como correspondía.

    Estos niñatos se creen una maravilla por dirigir, pero no tienen puta idea de lo que supone actuar, es más, me asombraría que pudieran llegar a su casa cada día... Boniatos.

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  2. Con lo faltos que esta el mundo del cine de guionistas...jejeje

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  3. Hola!...
    Ya que habla de directores de teatro. En uno de los grupos de teatro infantil que dirigí, había un chico que era más flojito que el resto de los actorcillos. Pues al de un par de años o así me encuentro con que se ha convertido en director de teatro.
    Su anécdota es muy divertida, pero me va a permitir que le cuente una del mismo estilo que la supera. Fue en una representación de La Pasión de Cristo en un teatro de carpa profesional. El "Cristo" había dicho que no volviesen a abrir la cortina al final para saludar porque no se encontraba muy bien y quería terminar cuanto antes. Total, que el encargado de las cortinas (no había telón) se olvidó y abrió la cortina cuando el "Cristo" cruzaba el escenario estornudando como un endemoniado.
    Salud para echar muchas risas!

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    1. ¡Juas juas!
      Como cuando dirigí mi primer trabajo.
      Yo la mar de metida en que no hubiera contratiempos de ninguna clase, así que antes de empezar la función fui a cerciorarme de que el "vampiro" que había metido dentro de un ataúd construido por mí (mi señora madre no osaba entrar en el garaje mientras estuve dedicada a su construcción, me pedía que le diera un barreño o un cubo, pero entrar allí, ni loca) Pues que ese chaval tenía que pasar toda la función (escrita por mí) allí dentro y no salir más que al final. Como el ataúd estaba cubierto por un paño para disimularlo, yo sufría, no fuera a faltarle el aire al niño. Conque me fui allí a comprobar que el chico estuviese tranquilo y que el paño permaneciera abierto delante de su cara.

      Pues señor, que una vez tranquila, me giro para irme y me encuentro con las cortinas abiertas y el público coreando "¡Terry! ¡Terry!". Joder, "Terry" llevaba bordado en mi espalda por mí misma, diminutivo de Teresa en inglés, ¿no?
      Abochornada, hice mutis por el foro.

      Menos mal que todo fue como una seda y los chavales hicieron un gran papel.

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    2. Cachondísima anécdota la suya!... Yo, en mis primeros años de profesión trabajé en un par de carpas, (teatro portatiles de comedia, uno de ellos con "fin de fiesta" de canciones, que yo lo presentaba y recitaba)y le aseguro que el capítulo de anécdotas es muy extenso, brotaban las anécdotas cachondas como hongos. Aquí va una cortita para hacer boca. Estabamos en escena una actriz mayor y yo, representabamos la popular "María Fernández" de Muñoz seca, cuyo título se había "comercializado" como "Dos paletos en Madrid", y en eso que atraviesa el escenario, de un lateral a otro y sin inmutarse, sin pararse a que la acariciásemos ni nada, la perra del teatro, "Linda", una pastora alemán que a mi quería mucho, y lo curioso es que el público no dijo ni mu, como si tuviese que ver con la obra. Más curioso para nosotros fue que la perra entrase en el escenario, cuando llevaba toda su vida sin hacerlo porque estaba muy bien enseñada a que sólo se debía mover por sus espacios. Y, efectivamente, nunca más volvió a salir a escena.

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    3. Comenzó el tocacojones. Estoy en el ciber pésimo, el de la biblioteca del colegio. Acabo de ponerle una anécdota del teatro pero no ha salido.

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    4. Ay, ay... Sepa usted que 'Linda' era una actriz imponente y nadie se dió cuenta. Quiso su "oportunidad" pero nadie se la dió, por esto no volvió a hacerlo, que los animales tienen más dignidad que las personas. ¿O acaso le extraña?

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    5. Se me ha olvidado lo principal, que fue una de las cosas que más motivó nuestra sorpresa ante el silencio del público: A la perra la había dando un golpe un coche recientemente y llevaba una de las patas delanteras con un gran vendaje... o escayola, no recuerdo bien. Sí, me parece que entablillada.

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