miércoles, 19 de diciembre de 2012

Los ojos del asesino

Un asesino como los demás (201)

Así que no tenía más remedio que matarla en aquella calle poco transitada, "Calle del Nacimiento", así se llamaba. La ventaja era que Doña Purita caminaba sola por esa calle; al llegar allí ya había dejado atrás, en su casa, a Teresita.
"Mañana es el gran día, dame fuerzas, Rosita!"





Y el gran día llegó. Mil temores sacudían el cerebro del asesino: "Y si llueve y la da por coger un taxi?"... "Y si hay gente transitando por esa calle cuando me acerque a ella?"... "Bah, tonterías, lo peor que me puede pasar es que tenga que aplazarlo"
Reviso una vez más el sistema de luces y la grabación de risas. Estos "detalles técnicos" iban a servir para mantener a los policías en el engaño de que se encontraba en casa.






Doña Purita y Teresita caminaban en dirección al belén viviente para participar un día más en el evento. Iban disfrazadas de pastorcillas y, como siempre, hablando por los codos.
- Ay, Teresita, quiero que me prestes por hoy tu amuleto de "Detente, bala!", tengo otro presentimiento negativo.
- Pero bueno, hija!... Oye, tendrías que ofrecerte como pitonisa a Tele 10, ahora que no tienen al Merlíng ese... Uy, que en paz de descanse el pobrecillo! - Y se santiguó a todo correr.






Y llegó la noche. Faltaba una hora para que terminase la sesión del belén viviente cuando Don Angel Luis se miraba por última vez en el espejo grande del salón para comprobar el resultado de su estupensa caracterización. Todo un árabe perfecto!... Y no era esta la primera vez que interpretaba al personaje. ( Ver capítulo 115 )





Los policías de guardia esa noche, Sanchidrian y Cabruñana, observaron indiferentes a los árabes que abandonaban el portal, los mismos de siempre. Esta vez salió uno rezagado, hablando por el móvil. Cabruñana le estaba diciendo a Sanchidrián que de niña ya quería ser policía porque a un tío suyo joyero lo mató un atracador. Sanchidrián fingía escucharla, pero su mente estaba con el equipo de sus amores, el Real Madrid, y la nefasta conducta de su entrenador: Mourinho.




Don Angel Luis hacía que hablaba por el móvil para justificar que ese era el motivo por el que se había quedado atrás. No le interesaba aproximarse demasiado a los verdaderos árabes porque descubrirían que era un impostor. Así que, cuando estuvo fuera del campo visual de los maderos, tiró por una calle que no era la que habían seguido los árabes.



No entró en el belén viviente porque allí había mucha luz y a lo mejor a alguien , motivado por la curiosidad de ver a un musulmán en un acto folclórico-católico, le daba por hacerle preguntas. Así que decidió esperar al otro lado de la plaza, simulando leer el Corán a la luz de una farola.




Valdeminguilla regresaba de ver el belén viviente cuando reparó en el árabe que leía un libro bajo una farola. Le resultó muy extraño porque nunca había visto a nadie hacer algo semejante; la gente leía en los autobuses y en el metro y veía la tele en casa y en los bares, pero no bajo las farolas por la nocche.
Cuando el flaco mosqueado pasó junto al lector nocturno, esto alzó la vista y se cruzaron durante un segundo ambas miradas. Y los dos sistemas neuronales se vieron afectados por el asombro:
Don Angel Luis: "El policía tonto!"
Valdeminguilla: "Esos ojos, esos ojos..."
Los ojos del árabe le recordaban a alguien, pero no sabía a quién.





Doña Purita y Teresita terminaron su jornada de voluntariado católico festero y se dirigieron piano piano a sus casitas. La noche estaba agradable y estrellada. Don Angel Luis, al verlas, tomó la delantera. Se fue directo a la Calle del Nacimiento para esperar a su víctima oculto entre unos contenedores. Si le veían desde algún coche, simularía estar meando.





Valdeminguilla, camuflado tras un coche y amparado en las sombras nocturnas, observó la extraña maniobra del extraño árabe. Cómo era posible que estuviese tan relajado leyendo un libro y luego echase a correr?... "Jo, este es de Al Qaeda y está preparando alguna gorda!" Y entonces vio a las dos "pastorcillas" que caminaban en la misma dirección que había seguido el árabe. Recordó que una de ellas era la famosa Doña Purita porque la había visto en el belán viviente. Y en este instante cayó en la cuenta: "Eran los ojos del asesino!"





Teresita entró en su portal y Doña Purita siguió camino adelante. Sentía inquietud y acariciaba con su mano derecha el "Detente, bala!" No había querido coger un taxi a pesar de las recomendaciones de Teresita.
Se adentró por la Calle Del Nacimiento cuando una mano enguantada oprimió un cuchillo. Pasó un coche de jovencitos con la música a todo trapo y enseguida desapareció por el otro extremo de la calle.




Valdeminguilla pensó en acercarse a Doña Purita para de esta forma disuadir al asesino, pero se reprimió pensando que podría estropearlo todo. La mujer se asustaría al verle y le haría quedar como el hombre malo de la noche, y si la cosa llegaba a conocimiento del jefe se jugaba la expulsión del cuerpo, que no estaba el horno para bollos después del follón con la gitana y el globero. Además, nadie le iba a creer si contaba que había visto al asesino acechando. "Soy un incomprendido, caray!"




"Unos segundos y ya es mia!" El asesino agarró el cuchillo con más fuerza y contuvo la respiración. Los pasos lentos de Doña Purita arrastrando los pies se iban acercando a su posición de depredador. La punta del cuchillo ya olía a sangre!... La adrenalina del asesino empapaba la atmósfera!...





"Soy un incomprendido, caray!" Y como alternativa cogió un envase de litrona que había en el suelo, y caminó por la calzada, al otro lado de los coches aparcados, por si Doña Purita volvía la vista atrás y se asustaba al descubrirlo. Y entonces lo vio!, allí estaba el asesino, agazapado entre dos contenedores de basura. Lo vio al sortear la parte trasera de una furgoneta porque desde allí disponía de un mejor ángulo de visión. La luz mortecina de una farola fernandina del otro lado de la calle, era lo suficientemente luminosa para entender la intención asesina de aquel bellaco.

Doña Purita estaba pensando en ese momento en la mirada del corderito. "Qué lindos son los corderitos!, y pensar que nos los comemos con patatas fritas!"
El asesino surgió de entre los contenedores y alzó el cuchillo apuntando hacia la víctima. Valdeminguilla surgió detrás de él, alzó la litrona y le pegó un "suave" litronazo. "Oh, qué fallo, el turbante ha amortiguado el golpe!" El asesino se volvió y vio ante él al policía tonto con una litrona en la mano. Intentó acuchillarle pero Valdeminguilla fue un segundo más rápido y le estampó la litrona en la cara. Presa del dolor, Don Angel Luis se llevó las manos al rostro. El superpoli Valdeminguilla, que ya se veía victorioso, le arrancó de un tirón el turbante y le pegó otro litronazo en la cabeza, y esta vez le hizo pupa, el efecto fue demoledor, el malísimo quedó tendido en el suelo como un boxeador derrotado. Por fin alguien ponía fuera de combate al terrible asesino es serie de ancianas; por fin alguien hacía justicia en un país de injusticias, gallardonadas y delincuentes sueltos: el Gran Valdeminguilla!!

Doña Purita se giró al sentir movimientos a sus espaldas y vio a dos hombres peleándose, un árabe y un escuchimizado. El flaco le dio con una botella al árabe y este cayó redondo al suelo.
- Ay, Dios mio, qué pasa aquí?!... Quienes son ustedes?!...  - Rectificó al ver que sólo quedaba en pie uno - Quién es usted?!
- Este hombre ha intentado asesinarla, señora. Yo soy Victorio Valdeminguilla, policía nacional, defensor de los ciudadanos indefensos y luchador permanente contra el abominable mundo del crimen. Y este que yace en el suelo era mi gran objetivo.
Doña Purita seguía estupefacta. Valdeminguilla reaccionó de la mejor manera. Se agachó y le arrancó la barba postiza al asesino.
- Le conoce?
Vaya si le conocía!
- Oh, Dios mio, estonces me ha salvado usted la vida!... Oh, gracias, gracias, gracias...!






Doña Purita y Valdeminguilla se fundieron en un larguísimo abrazo. Vio Doña Purita la placa con el nombre de la calle, "Calle del Nacimiento", y exclamó:
- Sí, Dios mio, sí, hoy he vuelto a nacer!... Uy, cuando se lo cuente a Teresita!
Y ambos personajes tuvieron un pensamiento común: "Ojalá que este haya sido el final feliz que esperaban nuestros mejores lectores: Teresa Coscojuela ( "Leona Catalana" ) y Jesús Valdivieso ( Director de El Periódico del Prat )"



 ( Mañana: "Epílogo" )

( Pasado mañana: "Cómo se hizo" )
















5 comentarios:

  1. ¡Vaya si me gusta el final! ¡Mucho! Porque además de acabar bien, es Valdeminguilla quien lo atrapa. ¡Y solo, por su cuenta!
    Ah, y el "Detente, bala" ha sido efectivo :)

    Me ha tenido en vilo durante toda la lectura de este epísodio, qué arte el suyo.

    Pero oiga, cambie el Coscueja por Coscojuela, que va usted rebautizando a la gente, je je je...

    Mañana y pasado estaré aquí esperando a que "abra", ¡juas!

    ¡Buen día!

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  2. Lo siento mucho, mi estrés por otras cosas y lo largos que me han salido los últimos capítulos hacen que corra al pasarlo a ordenador, a pesar de que lo tengo muy trabajado en los blocs de borrador y de limpio, y no puedo impedir que se deslice alguna errata. Voy a corregir ahora mismo el fallo en su apellido.
    Feliz jueves!!

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  3. Buen día, Don Valdivieso, todo toca a su fin!

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